Frases Aleatorias

Despertar (105, 106)

Quinta y sexta partes del capítulo uno, Despertar. Fin del capítulo uno. En esta ocasión, la canción que me inspiró fue Through the Fire and the Flames de Dragonforce. Una canción bastante acertada para Kara, me parece.

Acceso: ShadowFire. Nota 105.

-          Kara…
¿Qué…?
-          Kara, despierta.
  Imágenes borrosas. Metal, y placas, y cables, y fuego. Fuego…
“Ha sido un sueño”, comprendo.
-          ¿Beth…?- murmuro, abriendo los ojos.
  Apenas lo digo, caigo en la cuenta de que Beth no debería estar conmigo. Y al abrir los ojos, veo a Elsa. Me la quedo mirando, desorientada.
-          ¿Estás bien?
  Elsa: pelo largo rubio, vestido sucio, expresión preocupada. El Overseer destripado está tras ella. Seguimos en la nave. Seguimos abducidas por extraterrestres.
“El fuego sigue conmigo”, comprendo.
  El alivio hace que suelte un suspiro.
-          ¿Me he dormido? ¿Cuándo?
-          Mientras descansábamos- me responde.
<¿Estás bien, Kara?>
-          Sí… un poco cansada.
  Me incorporo. Estoy bastante desorientada, como si mi cuerpo no supiera si es de día o de noche, si es o no la hora de comer. Como tras un vuelo largo y su correspondiente desajuste horario.
<Es normal… No controláis vuestros poderes, y el tuyo libera grandes cantidades de energía. Pasará tiempo hasta que puedas regularla, y hasta que consigas más resistencia… Pero tenéis que seguir avanzando>
  Pasará tiempo… ¿Asume que voy a seguir haciendo esto? ¿A entrenarlo, y todo?
“¿No voy a hacerlo?”, me pregunto.
  Me miro las manos. El fuego… no quiero abandonarlo. No quiero dejar de usarlo. Pero… ¿qué demonios voy a hacer con él? Ahora… todo va a ser distinto. Ahora…
“Ahora no es momento de pensar en esto”, me digo, “Primero, salir de aquí. Después, decidir qué hacer con tu vida. Cuando hayas salvado tu vida”
  Me levanto.
-          Te he curado mientras dormías- dice Elsa- Las heridas de la cara y las manos.
  Me llevo las manos a la cara, buscando. El golpe de la frente. El que me dio en la cara mientras estaba debajo de él, noto la costra bajar hasta la mandíbula. Las de las manos, que se me hacen al dar puñetazos. Tengo que hacerme con unas malditas guantillas…
-          Muchas gracias- le digo, sonriendo.  
-          Siento mucho haberte dejado en la estacada antes. No podía más, no tenía más fuerzas para controlar las plantas.
-          No pasa nada.
Por alguna razón, Elsa aparta la mirada de mí. Parece incómoda. Me miro. 
-          Oh, por favor…
Veo mi muslo derecho a través de un agujero ennegrecido del pantalón vaquero. De la parte delantera de mi camiseta ya no queda nada, tan sólo se mantienen las mangas y gran parte de la zona de la espalda. El sujetador mantiene los aros en su sitio, pero está un poco hecho jirones. Genial.
Intento recolocar los trozos de tela como puedo, pero da poco resultado. Al final me quito la camiseta como si fuera un chaleco y me la pongo del revés. Al menos, es un apaño.
“A este paso, si salgo de aquí será desnuda”, pienso.
-          Lo… siento. Se quema- intento explicarme.
-          Ya, suponía que no lo estás haciendo a propósito- se ríe ella.
<¿El qué? ¿Qué pasa?>
-          Nada- respondo- Vámonos, venga.
  Oráculo nos guía por el pasillo por que llegó el Overseer. Antes de dejar la sala lo miro. Tan grande, tan jodidamente fuerte. Y hemos podido con él. Je... Sonrío para mí misma.
-          ¿Cuánto falta, Oráculo?- pregunta Elsa.
<Una media hora, con suerte>
  Media hora. Suspiro. Estoy cansada, pero hay que seguir. Hay que seguir. Venga.
  Durante un rato no encontramos más resistencia. No sé muy bien cómo el escándalo que hemos montado no ha traído a todo lo que quede dentro de la nave. Igual ya no queda nada dentro de la nave, y todos los demás robots de Brainiac están peleando contra la Liga. Eso sería genial. Aunque me dejaría sin robots contra los que pelear…
“¿Qué demonios me pasa?”, pienso, “Debería estar contenta cuando esto acabe. Estamos en peligro de muerte. Abducidas por malditos extraterrestres…”
  Supongo que es la adrenalina. Y el hecho de que, por primera vez en mi vida… puedo defenderme. Puedo pelear de vuelta. Puedo ir contra quien me haga daño, y darle el doble. Y hay que admitir, joder, que es divertido. El metal derritiéndose… El fuego ardiendo con fuerza, rugiendo…
  Cuando manejo el fuego, me siento como una diosa. Como si pudiera hacer cualquier cosa. Sí, es verdad que el Overseer nos lo ha hecho pasar mal, y que estoy tan cansada que no sé si aguantaría otra pelea de tal calibre… Pero sigo como con ganas. De dar puñetazos, y romper, y vencer. Hum.
“Ahora tengo un enemigo de verdad”, pienso. Será eso.
  De nuevo se nos ordena pararnos y guardar silencio, así que supongo que algún robot más queda. Al rato, Oráculo nos dice que sigamos. Esto me recuerda a aquel juego en que eres un bicho que va por pasillos y te persiguen fantasmitas. Es como si Oráculo jugara y nosotros fuéramos los bichitos. Y los robots, los fantasmitas que nos quieren matar.
<Oh, oh...>
-          ¿Qué pasa?
<Yo... recibo unas lecturas... confusas. Tienen que estar mal. No puede... Sigh. Chicas, tenéis que hacerme un favor. Mis sensores captan algo que no puede ser verdad... Tenéis que ir a echar un vistazo>    
  ¿Qué querrá decir con “lecturas confusas”? ¿Qué puede hacer decir “oh, oh” a una de los de la Liga? Todo esto me suena a malas noticias.  
  Miro a Elsa, que asiente.
-          Claro- digo- Tú guías.
<Avanzad por el corredor y girad a la izquierda, luego a la derecha. Llegaréis a una sala amplia, probablemente con monitores y paneles para controlarlos...>
  Obedecemos. Llegamos a una amplia estancia iluminada con ese amarillo mortecino que predomina en toda la nave. Hay tres paneles llenos de botones bajo tres monitores gigantescos, apagados. Y unas paredes enormes alrededor sin nada de nada.
<Vale. Voy a hackear los paneles para hacerme con los controles de la habitación. Esta es una torre de mando, así que deberíamos poder volver las paredes translúcidas para observar la zona de desembarco sin que os vean a vosotras y sin ponernos en peligro. Tenéis que decirme lo que veis>
  Esperamos. Segundos después, se oye un doble pitido, y una de las paredes negras empieza a perder su color. Nos acercamos.
  Y nos quedamos sin aliento.


<¿Qué veis?>
  La pared se ha vuelto de aquel cristal del que estaban hechas las cápsulas de contención (probablemente siempre lo ha sido, pero antes era opaco). A través de las placas hexagonales que forman la estructura podemos ver una sala gigantesca, pero gigantesca, que hay en un piso inferior. Y en ella...
-          Muchos... Muchísimos robots- balbucea Elsa- Dios mío...
<Maldición...>
-          Ahí están todos los que no nos estamos encontrando- digo sombríamente.
  ¿Con cuántos robots nos hemos topado? ¿Diez? ¿Doce? Y un Overseer que casi nos ha matado a las dos.
  Allí abajo… Creo que veo unas diez filas de robots como los primeros que nos encontramos. Diez filas que no sé dónde terminan. Y cuatro líneas formadas por decenas de Overseers. Y máquinas aún más grandes, que hacen parecer que los Overseers son sus pequeñas mascotas. Podrían ser como un bloque de pisos de alto. Maldita sea, ¿qué tamaño tiene esta nave para poder almacenar esas cosas?
-          Dime que ellos no nos pueden ver- pido a Oráculo.
<No>
-          Menos mal.
  Elsa, que se ha vuelto horrorizada hacia mí al oír eso, suspira de alivio.
<Las lecturas eran correctas... ¡Brainiac tiene un ejército entero en la nave! Tiene que estar preparando una segunda oleada...>
  Un ejército… En la misma nave en la que estamos nosotras.
  El desánimo me puede… ¿Qué vamos a hacer? No podemos pegarnos con eso. No podemos vencer todo eso.
-          ¿Vamos a tener que enfrentarnos a ellos?- pregunto.
<No, tranquilas. Ni os vais a cruzar con ellos. Yo me voy a encargar>
  Respiro aliviada. Vale que tuviera algo de ganas de guerra… Pero esto es demasiado. Mucho más que demasiado.
  Me quedo mirando el despliegue de las tropas. Así que estos son los que han venido a destruir nuestro planeta… o conquistarlo, o a saber qué. Son tantos… y si el Overseer era tan fuerte, los grandes… Espero que la Liga sepa lo que se hace.
“Claro que lo saben”, me digo, “Las noticias salen continuamente mostrando cómo han salvado el mundo. Lo volverán a hacer”
<El planeta está en caos y nuestros héroes están repartidos por todo el globo, ayudando en todas partes…Tenemos que destruirlo>
-          ¡¿Qué?! ¿Nosotras?- exclama Elsa.
-          Ni de coña- replico bruscamente.
<No, no, tranquilas. Vosotras no. Aunque… Hum. Quizá podáis echar una mano…>
  La metálica voz de Oráculo ha adquirido un tinte perverso al decir aquello.


  Agazapadas contra la pared, asomadas con cuidado desde una esquina. Más allá, al final del pasillo, está nuestro objetivo.
  A pesar de haber podido alcanzar el sistema periférico de la nave, inutilizar sus sistemas de defensa me resulta totalmente imposible, nos ha explicado Oráculo por el camino, La nave tiene unos potentes escudos electromagnéticos que impiden tanto la penetración de las paredes de la nave por medios físicos, como el teletransporte al interior.
  Elsa saca de su riñonera un puñado de semillas y me las enseña en silencio. Asiento, comprendiendo que le quedan pocas.
-          Recuerda que tienes que empuñar la palanca con las dos manos si quieres hacer daño- susurro- Como un plumero, no. Dos manos.  
  Muchos de los esfuerzos de la Liga han ido a intentar destruir esos escudos, pero de momento han sido en vano. Sin embargo, no son tan difíciles de desbaratar... desde el interior.
  Más allá, una sala cuadrangular repleta de robots con una enorme estructura central.
  En la sala de sistemas de combate se encuentra el cañón principal de la nave, alimentado por cuatro fuentes de energía. A ese cañón están asociados los escudos defensivos de toda la estructura. Destruid las fuentes de energía y destruiréis el cañón, y con ello los escudos. Entonces podré sacaros de allí. Y también introducir a miembros de la Liga para que eliminen el ejército de Brainiac antes de que sea liberado.
  Y ahora, vamos a ayudar a la Liga de la Justicia a pelear contra la invasión. No está mal. Tampoco tenemos otra opción, si queremos salir de aquí…
  Respiro hondo. Puedo con esto. El fuego está de mi parte. Podemos con esto.
<Iniciamos fase uno…>
Un pitido insistente comienza a oírse a lo lejos. Los robots que forman por el interior de la sala paran de patrullar y salen corriendo por un pasillo opuesto al nuestro, en dirección al lugar donde han saltado las alarmas. En la sala quedan dos.
<Fase dos>
Eso significa correr.
Corremos pasillo abajo.
Los robots nos detectan antes de entrar en la sala, debido como ha dicho Oráculo a mi elevada huella térmica, y empiezan a pitar al tiempo que van a nuestro encuentro.
Sus amigos no los van a oír, Oráculo se ha encargado de ello.
¡Crraacc!
Los inmovilizan las ramas.
Uno es estrujado. Otro es desmantelado a puñetazos envueltos en llamas.
-          ¡Fase tres!- grito cuando mi robot cae.
Nos separamos.
Elsa va a una de las consolas de control de la sala y empieza a teclear códigos que Oráculo va diciendo por megafonía. Conocedora de su debilidad, la nave tiene mucha seguridad puesta en esta zona. Los guardias iniciales se han alejado gracias a una distracción creada por Oráculo en otro sector: suficientemente intensa como para que fuera su prioridad cuando los guardias restantes las detectaran, y suficientemente lejana como para darnos tiempo una vez Brainiac descubriese que se había tratado tan sólo de un desbarajuste de los sensores de calor y movimiento. Sin embargo, ahora mismo todos los efectivos de la nave estarán corriendo para acá: tenemos que bloquear la sala, cerrando las compuertas de acceso desde el interior, sala que Oráculo piensa hackear a través de Elsa.
Yo voy hasta una de las fuentes de energía, enormes estructuras de cristal amarillo rellenas de líquido. No sabemos cuánto tardará Elsa en hackear los sistemas, cuánto tiempo tendremos hasta que lleguen los guardias, ni cuánto les llevará tirar las compuertas a golpes: tenemos que destruir las fuentes de energía que alimentan el cañón principal cuanto antes.
  Sin cañón principal, el circuito de seguridad que cubre la nave se interrumpe. Sin circuito, la Liga puede entrar. Y nosotras podemos salir.
Golpeo una y otra vez, a pesar de ser cristal contra carne, mientras el fuego me envuelve; se abre un boquete por el que empieza a presión un chorro de líquido amarillo radioactivo, caliente contra la piel de mi mano. Sigo golpeando para aumentar la abertura, pero al ver que al disminuir el nivel de fluido la estructura empieza a pitar y a apagársele las luces de su base, entiendo que es hora de ir a por el siguiente.
<Maldita sea… La nave ya sabe que estáis ahí, y manda más seguridad en vuestra dirección. ¡Deprisa!>
Mientras las directrices de Oráculo se vuelven tensas y apremiantes, llamo más fuego a mis manos con un rugido y cargo contra el siguiente cristal. Quedan tres.
-          ¡Me he equivocado! ¡Me he equivocado, me…!- oigo decir a Elsa, histérica.
<¡Tranquila! Empieza otra vez. Con calma. ¡Vamos!>
¡Clang-clang-clang-clang!
Por el pasillo por el que hemos venido, veo que vienen cinco robots, un Overseer y dos máquinas de aspecto humanoide que vienen levitando y que no he visto en mi vida. Mierda, los otros pasillos estarán igual…
-          ¡¡Raaaaaaaaaaargh!!
Rujo y con un restallar de cristales rotos meto el puño en la segunda fuente de energía, para sacarlo después e ir corriendo a enfrentar a los nuevos enemigos.
No pueden alcanzar a Elsa, no hasta que cierre las compuertas. Así que como una suicida total, corro en su dirección para impedirles el paso.
¡Shiunn!
A mitad de carrera, la puerta se cierra. Los robots se quedan fuera, y yo paro mi carga trastabillando. En el fondo, sé que se me acaba de salvar la vida. Se habrán cerrado también las demás…
<¡Bien! Tengo el control de la sala…>
-          ¡¡Oráculo, ha entrado uno!!- exclama Elsa.
<¿Qué? Maldición…>
Me giro sobresaltada. Ha entrado uno.
Uno de los robots flotantes. Parece un humano con una armadura de metal reforzado por todas partes. Tiene luces verdes redondas en la frente, el centro del pecho, los hombros y le brillan dos rendijas verdes que le hacen de ojos.
Y me mira.
-          Exobyte Terra 050179. Estado actual: fase 2, recuperado.
  ¿Qué? Terra… ¿Fase dos? ¿Recuperado?
-          Humanoide. Con luces verdes…- balbucea Elsa para Oráculo.
<Es un Guardián de la Nave, un robot de alto rango especializado en la eliminación de amenazas internas. Como vosotras>
-          Exobyte Terra 104321- dice mientras mira en dirección a Elsa- Estado actual: fase 2, recuperado.
-          ¿Puntos débiles?- pregunto sin apartar la vista del enemigo.
<Circuitos principales en la caja torácica>
-          Análisis comparativo finalizado. Mayor daño por segundo.
  Me está mirando mientras dice eso. Y sigue haciéndolo cuando dice:
-          Mayor amenaza. Eliminar.
Comprendo que va a venir a por mí. Me asusto. Pero al instante me empiezan a arder los puños, y no ansío otra cosa que destrozarlo.
Levita en mi dirección mientras afianzo los pies en el suelo: antes de que llegue, fuertes ramas reptan por el suelo y se alzan para inmovilizarlo. Gira la cabeza para ver de dónde vienen.
“Eres mío”.
Rugiendo, le hundo un puño envuelto en llamas en el pecho.  El metal se hunde por el golpe y el calor, pero no revienta como me hubiera gustado.
-          Amenaza identificada. Roble. Eliminar.
  El robot agarra las ramas con las manos y tira de ellas, deshaciéndolas en jirones. Tras él, Elsa abre la boca atónita, aún con los brazos en alto.
El Guardián se gira hacia mí: le espera un golpe a la cara. El puño rompe cristales y abolla metal, pero no retrocede ni hace gesto alguno de sufrir el impacto.
Se abalanza sobre mí, pero yo ya tenía pensado lanzarme a un lado en cuanto viniera. Ruedo por el suelo y le doy un golpe en un hombro, que no hace más que romper la bombilla verde que tiene allí.
-          ¡¡No puedo hacerle daño, maldita sea!!- exclamo retrocediendo, mientras él se gira con parsimonia en mi dirección.
<¡Kara, usa tus poderes! ¡Seguid rompiendo las fuentes de energía! ¡Cuando los escudos estén desactivados, podré enviaros ayuda!>
-          ¡Elsa!- le grito; yo no creo que pueda acercarme mucho- Venga, ¡quedan dos! ¡Yo lo distraigo!
Elsa vacila un momento, pero de inmediato corre con su barra de metal hacia el siguiente contenedor amarillento.
Quizá si sigo golpeándole el pecho, termine por abrirse. Rujo y vuelvo a atacar, pero me agarra del puño. ¡Mierda, suelta! Tiro hacia atrás de él y lo hago arder en llamas furiosas, el metal empieza a chillar, pero le da tiempo de sobra a darme un puñetazo en la cara.
-          ¡Agh!
Me voy al suelo, pero ruedo para alejarme. Me levanto a toda prisa y esquivo un puñetazo trastabillando hacia atrás. De pronto veo que con paso lateral y un salto me puedo enganchar a su espalda.
Lo hago. En cuanto nuestros cuerpos contactan, grito cubriéndome de llamas. El rugido del fuego se mezcla con el chisporroteo de los cables y el chillido del metal al encogerse, y durante unos segundos…
  Entonces llega el dolor.
Durante unos instantes mi mundo se reduce a las convulsiones de mi cuerpo y al alarido entrecortado que me rodea. Después, el mareo y el temblor de su cuerpo mientras estoy tirada en el suelo.
¿Qué demonios ha pasado? ¿Me acaba de dar una descarga eléctrica?
-          ¡Kara…!- exclama Elsa, horrorizada.
<¡¡Sigue, Elsa!! ¡Sólo así puedes ayudarla!>
Oigo los golpes que la palanca de Elsa empieza a propinar al sistema de alimentación del cañón. Ya era hora… El robot sigue de pie frente a mí… pero ya no me mira. La mira a ella.
-          Seguridad de la nave comprometida. Recalculando… Exobyte Terra 104321. Mayor amenaza. Eliminar.
Durante una décima de segundo, me siento aliviada.
Pero si el robot acaba con las dos, si no destruimos esas cosas y no recibimos ayuda, estamos condenadas.
No puedo dejar que llegue hasta Elsa.
Me levanto de un salto mientras el robot empieza a ir hacia ella. ¿Qué hago? Nada funciona. Pero algo tengo que…
“Otra vez”, pienso.
Corro tras él, cojo aire y hago que todo estalle.
¡BLAM!
Y funciona.
Por primera vez, el engendro metálico inmundo acusa el golpe: trastabilla y cae de rodillas. El metal de su espalda se ha quebrado y ha dejado expuesta una malla de cables.
Jadeo, extenuada. Dios, no puedo más… Oigo a Elsa lanzar una exclamación; cuando miro veo el líquido salir de la fuente de energía. La tercera. Tres de cuatro. Eso me espolea de nuevo.
-          ¡¡Sigue!! ¡Ve a por la última!- le increpo mientras cojo energía de nuevo.
Elsa me mira un instante, la preocupación brillando en sus ojos y adrenalina electrizando sus movimientos, antes de echar a correr hacia el último objetivo.
Dios, estoy agotada… Se está levantando. Tengo que atacar antes de que ataque él. Un par de explosiones, o quizá sólo una más, y sus circuitos principales quedarían expuestos al aire y a mis puños. Vamos, Kara. Vamos…
Me mira, y me parece ver cómo el aire chisporrotea a su alrededor. Probablemente se esté cargando de electricidad otra vez. No puedo aguantar otra descarga. No puedo.
“Le daré yo antes a él… ¡Vamos!”
Echa a correr hacia mí. Corro hacia él.
Invoco la explosión antes de que me llegue a tocar.
¡¡BLAM!!


Veo al Guardián cayendo de espaldas, en torno a un montón de destellos blancos que me nublan la vista.  
Me siento desfallecer. Las piernas no me sostienen, la gravedad gira a mi alrededor.
El suelo viene a por mí.


Acceso: ShadowFire. Nota 106.
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Acceso: Gea. Nota 106.


-          ¡¡Kara!!
¿Qué ha pasado? ¿Quién ha dado a quién? ¡No lo he visto!
El Guardián… Lo miro. Está tirado de espaldas en el suelo, su pecho echa humo. Pero mueve los brazos, los apoya en el suelo y se incorpora.
Kara no. Kara no se incorpora.
  ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Kara! No se mueve. No se mueve, no se mueve… ¿Está muerta?
El miedo me paraliza. ¡No sé qué hacer! ¡Estaba convencida de que Kara lo iba a destrozar, como a los demás! Pero ahora…
<¡La fuente de energía, Elsa! ¡¡Deprisa!!>
Me mira. Va a venir a por mí. Presa del pánico, empiezo a golpear el cristal, sin éxito. ¡Aah! ¿Por qué? ¡Antes he podido! ¿Por qué…?
“Plumero”, pienso, “No cogerlo como un plumero. Dos manos”
En lugar de agarrar la palanca por un extremo, alejándome lo más posible de aquello que golpeo; la agarro con fuerza con las dos manos y golpeo con un grito. El cristal se resquebraja, ¡sí!
Pero me agarran y me tiran al suelo.
-          ¡Aaaah!
Miro arriba. El Guardián de la Nave está a mi lado. Se me ha caído la palanca, y no sé dónde está.
Grito y alzo los brazos, las ramas acuden a sujetar los brazos del robot mientras me levanto y retrocedo. ¡Pero con un aspaviento los rompe!
Retrocedo. No puedo. No puedo hacer nada contra esa cosa. Si Kara no ha podido, ¿cómo voy a poder yo?
“Necesito ayuda. Y la ayuda no puede llegar si no…”
Las ramas no lo paran. Tendré que usarlas para otra cosa.
Mientras el Guardián de la Nave avanza hacia mí, hago que tras él las ramas repten en dirección a la última fuente de energía. Apenas consigo moverlas; el robot me distrae, tengo que retroceder, no puedo ni mantener la vista sobre ellas…
Un golpe en la cara me manda al suelo, pierdo la concentración, las ramas se desploman.
“Vamos, Elsa…”
Echo a correr hacia el otro extremo de la habitación, sin perder el contacto visual con las ramas. Avanzan. Pero el robot me alcanza enseguida, ¡me agarra del cuello…!
-          ¡No, no, no, no…!
Crack.
Splashhhhh…
El Guardián gira la cabeza de inmediato, para ver cómo una enorme anaconda de madera ha estrujado la estructura de cristal, cómo se une más líquido amarillo al suelo ya encharcado de la sala.
-          Seguridad comprometida. Seguridad comprometida.
 “Lo he conseg…”
Del brazo de esa cosa surge una tremenda, poderosísima descarga. Emito un alarido entrecortado al tiempo que pierdo el control de los movimientos de mi cuerpo; ni siquiera soy capaz de cerrar los ojos. Lo único que veo, moviéndose de un lado a otro, es la cara del robot, sus ojos verdes…
¿…una mano agarrando su cabeza?
Durante el mismo segundo; oigo el crujir del metal, siento cómo el robot me suelta, caigo sobre mis pies pero se me doblaron las rodillas, el robot sale disparado hacia el otro lado de la habitación y algo me coge al vuelo.
No puedo… Por un momento no tengo fuerzas para nada. Sólo oigo mi entrecortada respiración y me quedo colgando de aquello que sea que me sujeta por la cintura.
-          ¿Estás bien?
Abro los ojos. Mi cabeza cuelga hacia abajo, y lo primero que enfoco es el azul intenso de su ropa. Noto cómo me coge un brazo y me lo pasan por encima de unos hombros, y al alzar la cabeza de pronto su rostro aparece frente al mío.
Ojos negros, pelo oscuro. Mentón fuerte y una cara que no puedo no reconocer.
-          ¿S…Superman…?
-          Sí. Tranquila, ya ha pasado el peligro.
No lo entiendo. Al menos, no enseguida.
He roto el cañón. El escudo ha caído. Oráculo ha enviado ayuda.
Estamos salvadas.
Gimo de alivio y me agarro a él, a punto de echarme a llorar.
-          Ya está, tranquila- me dice posando una mano en mi espalda- ¿Dónde está tu compañera?
“Kara…”
Miro en todas direcciones hasta localizarla, y la señalo. Un momento después hemos volado hasta ella y me ha dejado en el suelo a su lado.
Oh, Dios mío… El fuego le ha desintegrado la ropa. Apenas le quedan jirones negruzcos. Miro a Superman avergonzada por mi amiga, pero él ya se ha quitado su capa y la está cubriendo con ella. Después se queda mirando a mi compañera.
-          Su corazón late y respira; no parece tener heridas graves.
“Está bien”, me digo, aliviada, “Y yo también… Lo hemos conseguido. ¡Lo hemos conseguido…!”
No me lo puedo creer. No puedo creerlo. Hemos aparecido aquí, las dos solas, y con la ayuda de una voz hemos podido hacer que Superman entre aquí a salvarnos y cargarse al ejército que hay dentro de la nave… Nosotras solas. Nosotras dos.
El hombre de acero coge a Kara con un brazo y a mí con el otro; y un instante después no ha llevado hasta un lateral de la habitación, en cuyo suelo ha aparecido un círculo de luz amarilla. Nos deposita en él. Kara se queda tumbada en el suelo, cubierta por la capa, y yo me siento a su lado. Parece dormir. Igual es que se ha quedado sin energía otra vez, nada más. Respiro hondo, aliviada.
-          Cuando llegues, indica que necesitáis ayuda médica inmediata. Yo me encargaré de la nave.

  Superman me sonríe tranquilizadoramente y se gira en dirección a una de las compuertas, que recibe golpes desde el otro lado. Después, la luz amarilla aumenta a mi alrededor hasta llenarlo todo.

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1 comentario:

  1. Bueno, ya poco tengo que comentarte que no te haya dicho ya xD Pero me ha gustado mucho este capítulo, sobretodo al ver el cambio entre los dos personajes que refleja muy bien lo diferentes que son y ven las cosas ^^
    Y enhorabuena a tu subconsciente que lo hace muy bien xDDD ;)
    Por supuesto gran aparición estelar del boy scout del espacio todo caballeroso poniendole la capa a Kara xD Para una vez que no le hace falta usar los rayos X... xD
    A ver si llega pronto el próximo capítulo y puedo seguir disfrutando de tu historia ^^ Sigue así oneechan! :)

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