Frases Aleatorias

Infección: epílogo

  Paginita y media de dolor y angustia, señores. La primera escena de miedo que escribo como tal :) 

  Esta escenita sale a raíz de un rol en vivo de survival zombie que tuvimos cerca de Halloween: Infección, por la asociación Runesword (gratis, y alucinante). Un laboratorio explotó, tras lo cual empezaron a aparecer zombies en la ciuidad. Mercenarios corrientes y enviados de los Yakuza (esto es, ninjas) fueron enviados a recopilar información y ayudar a los supervivientes. Al final los científicos del hospital y el laboratorio consiguieron la cura y vacuna contra las tres variedades de retrovirus que provocaban la transformación. 
  Para darles tiempo a conseguirlo (y salvar a mi hermano, que necesitaba la cura) mi personaje, la ninja Yoru salió a distraer a la horda que se dirigía al laboratorio. Fracasé un poco, porque me noquearon y me di por muerta. Pero entonces los másters empezaron a narrarme una escena en plan epílogo de la partida que me gustó mucho. Y decidí escribirla, tal y como yo me la imaginaba.
 
  Un alarido de dolor desgarró el aire.
  Abrió los ojos.
  El sonido no cesaba. La voz se desgarraba gritando, presa de dolor y pánico, y tan sólo cesó para volver a coger aire… y volver a gritar con todas sus fuerzas.
  Con el corazón golpeándole el pecho, Yoru jadeó. No era una manera bonita de despertar. A su alrededor había más gritos.
-          ¡¡Aaaaaargh…!!
-          Por favor… ¡¡Por favor!!
-          ¡No! ¡No, Dios! ¡¡OTRA VEZ NO!!
  Llantos de desesperación, súplicas de clemencia; pero sobre todo chillidos desgarrados de dolor y miedo. Desorientada, la joven ninja miró a su alrededor.
  No podía mover la cabeza.
“¿Qué…?”
  Algo frío y duro sujetaba su frente, impidiéndole girar el rostro. Tampoco podía mover el resto del cuerpo. Se debatió, jadeando de angustia; pero algo presionaba sus hombros contra la superficie donde estaba tumbada, sus brazos contra su cuerpo, sus piernas y sus pies entre sí y hacia abajo. No podía moverse.
  Giró la vista tanto que le dolieron las cuencas de los ojos… y vio al hombre que gritaba a su lado. Estaba tumbado en una camilla metálica, inmovilizado a distintas alturas de su cuerpo por aros también metálicos. Su cuerpo atrapado se debatía salvaje y antinaturalmente, tan presa del dolor como su rostro desfigurado en una enrojecida mueca de horror y miedo. Seguía gritando hasta quedarse sin aire, su voz más desgarrada cada vez. Un sonido tan horrible parecía no poder ser humano.
  Más allá de él… Había más camillas. Al menos, otras diez: vislumbró figuras también debatiéndose entre gritos, algunas llorando débilmente, otras inmóviles. Al fondo, paredes tan blancas como el suelo y el techo.
  Y junto a su cama, junto a la propia camilla de Yoru, un hombre vestido con una bata blanca le daba la espalda y se inclinaba… sobre un carrito de metal de los que servían para llevar instrumentos quirúrgicos.
  Su grito de sorpresa y miedo murió en su garganta antes de ser libre. A pesar de las circunstancias, había sido entrenada durante años para controlar sus emociones. Se obligó a pensar con frialdad. Sabía que podía tener una ventaja si no sabían que estaba despierta. Desesperada, miró cuando pudo a su alrededor, intentando buscar una salida…
  Al otro lado, más camillas, más gente atrapada en ellas… Una de ellas estaba vacía y manchada de sangre.
  Se le paró el corazón al reconocer su forma vacía.
“¡Son como la que vimos en aquel hospital…!”, pensó, “En los sótanos del laboratorio, donde… se generó el virus que dio lugar a todos esos zombies…”
  Sus ojos se toparon con dos hombres que llevaban una especie de carro por el pasillo que pasaba frente a su camilla. En él… había una especie de caja de cristal.
  Y dentro, una criatura enorme, de aspecto putrefacto y que reconocía como uno de los mayores enemigos a los que se había enfrentado jamás. Era una de esas cosas… las que llevaban aquellos garrotes enormes.
  El doloroso latir del lateral de su cabeza le recordó rudamente que no se había enfrentado a aquella cosa: había sido noqueada por él. Cuando el arma se había abalanzado sobre ella, se había dado por muerta.
  Pero estaba allí…
  …y aquella cosa mortífera estaba bajo el control de aquella gente.
  Se le paró el corazón al comprender.
  Creían haber ganado a quien hubiera comenzado todo aquello… pero probablemente todo les había salido como habían querido, desde el principio. La explosión de aquel laboratorio podía haber sido totalmente intencionada… una prueba de campo. Seguían con el control. Y seguían experimentando.
  Y lo iban a hacer con ella.
  Estaba desarmada. Inmovilizada. No había salida. No podía escapar.
  Sus ojos aterrados siguieron la cápsula de cristal con aquella criatura dentro hasta que salió de su campo de visión. Entonces quien entró en él fue el tipo de la bata blanca, que le había visto observar a la criatura y esbozaba una leve sonrisa taimada.
  Le miró, los ojos totalmente abiertos, el horror presa de todos sus pensamientos.
-          Con tiempo y un poco de suerte- le dijo con una enorme y cruel satisfacción- tú serás como él.
  Y antes de preguntarse a qué se refería, Yoru vio que al tiempo que hablaba estaba inyectando un líquido en una vía que terminaba en las venas de su antebrazo.
  La sustancia entró por sus venas.
-          ¡¡Aaaaaaahhh!!
  Todos los músculos de su brazo se contrajeron involuntariamente de súbito. Más fuerte de lo que ella jamás lo hubiera hecho, y más dolorosamente que nada que hubiera sentido.  El pánico hizo presa de ella, lágrimas empezaron a caer de sus ojos.
  El líquido llegó a su corazón.
  Gritó aún más fuertemente cuando su latir intermitente se volvió un ritmo frenético, una vibración de pausa inapreciable, convirtiéndose en una dolorosa presión contra su pecho. Deseó que alguien se lo arrancara. Notó sus gritos dañar su garganta, sintió sabor a sangre en su boca. No supo si suplicó, si maldijo, o si gritaba incoherentemente el nombre de su hermano una y otra vez, una y otra vez…
  Cuando ascendió por su cuello, su mandíbula se cerró fuertemente. Notó cómo se le astillaban unos dientes contra otros al tiempo que seguía gritando a través de su boca cerrada y retorcida en una mueca de puro dolor.
  Cuando alcanzó su rostro y su cerebro, todo se volvió…
  Dolor.
  Terror.
  Locura.
  Y un grito lejano que en aquel estado no podía reconocer como suyo. Un grito ininterrumpido salvo para coger más aire que lo alimentara, perdido entre decenas de otros alaridos de dolor.




Chan, chan, chaaan... ¿Qué pasará? Lo veremos en la próxima partida de Infección :)

1 comentario:

  1. Ya te lo dije, pero me encanta! :) Mucho mal rollo, se nota la tensión y el miedo de Yoru. Nice job oneechan! La escena es genial y nuestros queridos masters se lo curraron un montón! la historia del rol en general fue entretenidísima ^^ y aunque no consiguieras salvarme y te vayas a convertir en un monstruoso superzombie quedó muy bien xD Y con suerte en la continuación reaparezco como zombie, como humano hecho polvo o como sushi, no lo tengo claro xD
    Escribe más cosas!! ^^

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