Frases Aleatorias

El Comienzo de la Leyenda 10

Este capítulo es para mí un hito importante porque ¡¡termino la primera de las tres partes finales de la historia!! ^^ Aparece la tan esperada escena entre Daimyos, donde vemos más tejemanejes de la corte y algunas de sus motivaciones internas. Gracias por vuestro apoyo, no habría llegado hasta aquí sin los que me vais leyendo :)

Capítulo diez. La Campeona Topacio (segunda parte).
“No somos los sirvientes del destino, sino los creadores del futuro”

  Hida Kisada, Daimyo Cangrejo, apretó con cariño y orgullo el hombro de Hida Kaneshi. El dirigente era más que consciente de la enorme pantomima que suponían aquellas festividades, que poco o nada tenían que ver con las verdaderas virtudes necesarias para un samurai. A pesar del resultado, su aspirante lo había hecho bien. Su hijo lo había hecho bien.
-       Disculpad, Hida-sama…
  El enorme Cangrejo se giró para bajar la mirada hacia uno de aquellos pequeños hombrecillos del interior del continente, quien se inclinó profundamente hacia él tendiéndole un pergamino enrollado.
-       ¿Qué es esto?
-       Un mensaje urgente de tierras Cangrejo, mi señor- respondió.
  Kisada frunció el entrecejo con gravedad y miró a Kaneshi un instante antes de tomar el pergamino y abrirlo para leerlo con impaciencia.


  La risa de Kachiko resonaba fresca y clara en el pasillo de mármol, casi primaveral. Tras ella, el quedo susurro que fue la respuesta de su esposo Bayushi Shoju tras su máscara parecía fuera de lugar; y sin embargo, para cualquiera que lo oyera era evidente que estaba cargado de cariño. Los dirigentes Grulla y Unicornio hablaban cordialmente. Los grandes Daimyos se reunían en la puerta del gran salón para marchar todos juntos a donde podrían discutir asuntos que requerían su atención.
  Sin embargo, Hida Kisada apareció con paso firme, un pergamino en la mano, y con su hijo y aspirante de su clan acompañándolo.
-       No voy a poder reunirme con vosotros- dijo con su habitual franqueza.
  Las conversaciones cedieron y todos los Daimyos los miraron.
-       ¿Cómo?- inquirió el Daimyo Fénix sorprendido.
-       Noticias del Muro- respondió alzando el pergamino- Los ataques se están recrudeciendo. He de volver para dirigir a mi gente y luchar a su lado, y también mi hijo.
-       Pero tenemos asuntos que atender- replicó el Daimyo Comadreja- El Oráculo Oscuro de Fuego…
-       Un shugenja un poco fuera de control- interrumpió Kisada- Es contra brujas, ogros y demonios contra lo que luchamos los Cangrejo. Estoy seguro de que el grupo que decidáis que vaya podrá perfectamente eliminar la amenaza de las tierras del Fénix. Por el contrario, sólo un Cangrejo puede combatir las Tierras Sombrías.
  Y les miró como retándoles a que le hicieran perder más tiempo, y sin embargo no se fue todavía. Como Daimyo, sabía que aún no podían marcharse.
-       ¿Qué opináis, Shiba-sama?- preguntó socarronamente el Daimyo Mantis- ¿Necesitamos al Daimyo y al aspirante Cangrejos para luchar contra el Oráculo, o podremos apañamos sin ellos?- dijo con sorna.
 El Daimyo Fénix dedicó una leve mirada de reproche al Mantis. Los enfrentamientos no ayudarían a nadie.
-       Sin duda un Daimyo debe velar por las amenazas de su pueblo- murmuró Bayushi Kachiko, recordando sutilmente que el pueblo del Fénix también estaba siendo atacado.
-       De mi pueblo y de todo Rokugan- la corrigió Hida Kisada- No es necesario que os recuerde que si el Cangrejo cae, la marea de oscuridad alcanzará el resto de tierras.
  El Daimyo Fénix asintió con la cabeza.
-       Comprendo que marcháis no como desprecio hacia mi necesidad, sino debido a la misión sagrada que os fue entregada por los kamis: proteger Rokugan de la oscuridad de las Tierras Sombrías- dijo pausada y serenamente. Se inclinó ante Hida Kisada con respeto- El Fénix respeta vuestra retirada.
-       Como siempre, haciendo muestra de gran sabiduría- respondió Kisada inclinándose también.
  Y tras un gesto del Daimyo, los dos hombres ataviados de azul tormenta se volvieron y marcharon en dirección a las puertas del palacio de Jade.


  El Daimyo Comadreja, al parecer cada vez más nervioso, abrió las puertas de la nueva sala a los grandes Daimyos que quedaban, quienes tomaron asiento en torno a una baja mesa redonda rodeada de mullidos cojines. Varillas de incienso humeaban en ambos extremos de la habitación.
-       El Fénix es sin duda comprensivo además de sabio- dijo Doji Hoturi.
-       Demasiado comprensivo quizá- indicó el Daimyo Mantis- La retirada del Cangrejo es un desprecio a esta misión.
-       En absoluto- replicó Shiba Daideru, Daimyo Fénix- Es cierto que Hida Kisada está erróneamente convencido de que el Oráculo Oscuro de Fuego no es una verdadera amenaza. Sin embargo, no es por ello por lo que se marcha. De ser así, ya se hubiera negado en nuestra anterior reunión. Sin embargo, jamás quitaría un Cangrejo de la Muralla Kaiu si piensa que debe estar allí. Y así es como el Cangrejo debe actuar.
-       Como fuere, la Mantis no abandonará al pueblo del Fénix.
-       Es tan afortunado que vayáis a tener la oportunidad de mostrar vuestra devoción al Fénix- sonrió Bayushi Kachiko- Pues tal y como yo recuerdo, tras la campeona Escorpión quedaron empatados los aspirantes Unicornio, León y Grulla… Y tras ellos, tan sólo el aspirante Cangrejo consiguió la victoria en alguna de las pruebas. Si finalmente deseamos una expedición de al menos cinco participantes, el Mantis podría ser la quinta parte.
-       Quizá deberíamos plantearnos quién sería más útil para la misión- dijo Shiba Daideru- Sin desear en absoluto menospreciar la pericia Mantis, creo que desde el principio estábamos todos de acuerdo en que en Agasha Inomaro, aspirante Fénix, debía estar incluido en la expedición. Tanto por lo útil que será la ayuda de la magia en la batalla, como por poder servir de guía en sus tierras de procedencia. Finalmente, si Agasha Inomaro fuera, el Fénix estaría haciendo lo que una vez Shinsei le pidió a los hombres: luchar sus propias batallas, además de contar con ayuda divina- hizo un amable gesto con la mano hacia el resto de los Daimyos.   
-       Creía que habíamos hablado que el propio Fénix no enviaba shugenjas contra el Oráculo porque la magia no funcionaba bien contra la magia- replicó el Mantis.
-       No en un ataque frontal contra un enemigo más poderoso- respondió Akodo Toturi, Daimyo León- Sin embargo, en batalla es fundamental el tratamiento de las heridas. ¿Conoce Agasha Inomaro la magia de la curación?
-       Así es- asintió Shiba Daideru- Además de el del Fuego, conoce el camino del Agua. 
-       En ese caso, la magia de Agasha Inomaro proporcionaría una ventaja táctica importante a los bushis que cargasen contra el Oráculo- contestó Toturi- En mi opinión, el aspirante Fénix debe ir.
  Los demás Daimyos asintieron. Cuando el llamado mejor estratega del Imperio hablaba de estrategia, todos callaban.
  A Doji Hoturi, Daimyo Grulla, no se le pasó por alto el gesto de disconformidad del Mantis. Sin duda Yoritomo Jisame estaba interesado en aumentar el prestigio de su clan participando en una misión conjunta con el resto de clanes mayores: desde el principio de todo aquello se había mostrado muy interesado en participar1. Decidió que era el momento de darle la oportunidad que tanto buscaba.
-       Antes de continuar, mis estimados Daimyos; hay algo que desearía pediros, con la venia de Shiba-sama…
  Esperó a que el Fénix le diera la palabra.
-       Hablad, Doji-sama.
  Sus ojos azules recorrieron los rostros de los sentados a la mesa. Sus palabras fueron seda acariciada por el viento.
-       La Grulla apoya completamente la causa del Fénix. No en vano nuestras familias se han relacionado durante generaciones. La propia familia de los Agasha es un ejemplo de nuestra estrecha relación2- dijo haciendo un amable gesto hacia el Daimyo Fénix- Sin embargo, desde hace tiempo he deseado un acercamiento entre los pueblos de la Grulla y el Unicornio. Las diferentes culturas de nuestros clanes nos han hecho en ocasiones chocar; mas si bien muchas son nuestras diferencias, mucho es también lo que podemos aprender los unos de los otros. Shinjo-sama estará de acuerdo conmigo.
-       Por completo- dijo el Daimyo Unicornio- Demasiado nos hemos alejado el Unicornio del resto de los clanes, en especial de nuestra hermana la Grulla.
-       Cuando tanto podríamos ganar todos de una relación más cordial- continuó Hoturi- Los acuerdos comerciales podrían darnos acceso a sus magníficas monturas, mientras que nosotros podríamos proveerles sedas y materiales preciosos. Ambos pueblos florecerían uno junto al otro.
-       Hermosas palabras, Doji-sama- dijo Bayushi Kachiko- Sin embargo, ¿qué tienen que ver con el tema que nos atañe?
  La intervención de la Escorpión no le permitiría más rodeos que suavizaran la situación. Hoturi clavó sus ojos en los de Bayushi Kachiko… esperando quizá remordimiento, o desafío. Sin embargo, los de ella sostuvieron su mirada con serenidad… como si ambos fueran completos desconocidos el uno para el otro.
-       Hace tiempo que Shinjo-sama y yo comprendimos cuán beneficioso podría ser un matrimonio entre nuestros pueblos, idea que lleva fraguándose cierto tiempo- continuó Hoturi- Ayer los prometidos se conocieron y la boda quedó establecida: Doji Kirei, hijo de mi hermana; contraerá nupcias con Ide Akane, hermana de sangre de Ide Ryosei, aspirante Unicornio al Campeonato Topacio.
-       Enhorabuena a ambos clanes por tal feliz solución…- comenzó Kachiko.
-       Gracias- la interrumpió antes de que volviese a preguntarse qué tenía aquello que ver con la expedición- La situación es que la tradición de la familia Ide dicta que la mejor de las suertes está dictaminada para los matrimonios realizados en el mes del Gallo3... que ahora comienza. 
-       Y ha sido deseo expreso de la futura esposa que sea su hermano Ide Ryosei quien la entregue en matrimonio a su futuro esposo, pues fue quien la crió; el padre de ambos murió hace años- terminó el Daimyo Unicornio.
-       Por lo que ni Doji Kirei ni Ide Ryosei podrían atender a la misión contra el Oráculo Oscuro de Fuego- comprendió Akodo Toturi.
-       A menos que se posponga la partida- indicó el Daimyo Grulla alzando levemente las manos- No deseamos dar de lado a nuestro hermano el Fénix. Si dentro de un par de meses…
-       Con todo mi respeto, Doji-sama- interrumpió Shiba Daideru- Llevamos posponiendo este tema ya varios meses. Es ahora cuando mi pueblo está siendo capturado y asesinado.
  Los Daimyos Fénix y Grulla se miraron durante unos instantes. Daideru era sabio y sabía lo que había hecho Hoturi. Del enlace ambos clanes saldrían indudablemente beneficiados, pero no eran esas sus verdaderas motivaciones. Era el único que creía que el Oráculo fuera una verdadera amenaza y aquello, lejos de aumentar sus deseos de ayudarlo, le instaba a mantener a su sobrino protegido… aunque fuera contrayendo matrimonio con el clan del Unicornio. No le gustaba que abandonase su causa, y no estaba en absoluto contento por ello.
  Daideru también era consciente de lo precaria que resultaría la expedición, del infortunio al que estarían mandando a los jóvenes samuráis. Aunque al contrario que Hoturi, tenía fe en que pudieran tener una oportunidad gracias a la Máscara de Jade: el objeto de cuya existencia había aprendido al buscar una manera para derrotar al Oráculo, y que constituiría una poderosa arma contra él para los jóvenes samurais, a pesar del peligro al que se expondrían para conseguirla. Hubiera deseado que además hubiera ido un representante de cada uno de los siete clanes, como en el Día del Trueno4: hubiera traído una suerte que necesitarían.
  Pero sabía que resultaría imposible. La falta del Cangrejo creaba un precedente para el resto de clanes, y las razones de la Grulla y el Unicornio eran válidas. Le quedaba aceptar la realidad como era, no como deseaba que fuese; esperar que tuviesen éxito y de no ser así, contar con que el resto de Daimyos se diese cuenta del verdadero peligro que el Oráculo suponía y que entre todos mandasen un contingente mayor. Sabía que la Grulla sí lo apoyaría en un segundo ataque, en uno en el que sus representantes no estuvieran prácticamente destinados a la muerte. Y con él, el Unicornio. Y el resto de clanes tampoco podría negarse.
-       Es toda una lástima que la finalización del Campeonato Topacio y con ella la partida de la misión a tierras Fénix coincida con la fecha de la boda concertada en el día de ayer- ronroneó Bayushi Kachiko.
  La tensión creció en torno a la mesa redonda, y Doji Hoturi clavó una mirada gélida en la Madre de los Escorpiones. “Deja ya de atacarme, Kachiko”, pretendía amenazarla aquella mirada.
  Sin embargo, se encontró con sus profundos ojos oscuros, con una mirada tentadora que hacía tiempo que no veía; y su réplica murió antes de que sus labios empezaran a moverse, mientras en su mente aparecía el fugaz recuerdo de su piel contra la de ella.
-       La boda estaba ya planeada, y la tradición familiar...- comenzó a decir Shinjo Yokatsu al ver que Hoturi no contestaba.
-       Las insinuaciones no son necesarias- intervino Shiba Daideru.
  Hoturi volvió al presente y apartó la vista de las garras que eran los ojos de Kachiko. Cerró los ojos un instante para evitar que la enorme rabia que crecía dentro de él no trasluciera a su rostro: Kachiko le había robado la oportunidad de devolverle una buena réplica, y al hacerlo lo había evidenciado delante de los demás Daimyos. Suerte que Shiba Daideru sabía de sobra lo que estaba ocurriendo y estaba conforme. Pero no podía evitar pensar de nuevo, ¿cómo habían terminado llegando ambos a aquella situación?
-       Contaba con la ayuda de la Grulla y el Unicornio- continuó el Daimyo Fénix- Sin embargo, está claro que las circunstancias no son las propicias. Cuento con que tendré vuestro apoyo en el futuro.
  Hoturi sabía a qué se refería: no lo apoyaba ahora, pero le pedía que lo apoyara si se organizaba una segunda expedición. Y asintió seriamente.
-       Sin duda, Shiba-sama.
-       Como antes os he dicho, la Mantis no abandonará al pueblo del Fénix. ¡Yoritomo Keita partirá a batallar contra el Oráculo Oscuro de Fuego!- declaró Yoritomo Jisame.
-       Os lo agradezco, Yoritomo-san- asintió Daideru- Escorpión, León, Fénix y Mantis irán pues- clavó sus ojos en Togashi Yokuni- A menos que el Dragón desee unirse. O dar su opinión al respecto. Hoy habéis permanecido muy silencioso, Togashi-sama.
  El Dragón le devolvió la mirada, pero simplemente asintió y se llevó una mano entreabierta a la barbilla, adoptando una expresión pensativa. El resto de Daimyos le dieron unos momentos para meditar su respuesta, hasta que al final respondió con los ojos perdidos entre sus pensamientos:
-       El Dragón acudirá.
  Bayushi Shoju lo observó estrechamente. Togashi-sama conocía todos los caminos. Sabía de antemano cuál sería el resultado de aquella misión. Si estaba accediendo a llevar a su aspirante, ¿era porque el futuro sería más brillante sin Mirumoto Kenjiro en aquel mundo, o porque conseguirían la victoria?
-       Establecido queda, pues- dijo Akodo Toturi- Si no hay más sugerencias; los aspirantes Escorpión, León, Fénix, Mantis y Dragón partirán primero a la isla de Jade, y después a las tierras Fénix ahora controladas por el Oráculo Oscuro de Fuego.
  Doji Hoturi prestó poca atención a los demás detalles que quedaban por concretar. Sus ojos buscaron disimuladamente los de Bayushi Kachiko, pero no los volvieron a encontrar. Maldijo su suerte. Hacía años que no la tomaba entre sus brazos, y había aprendido a vivir sin ella; mas cuando la veía, las antiguas brasas de su amor lucían de nuevo. Y ella lo sabía. Y lo usaba contra él. Y la odiaba por ello. Y por no permitirle comprender por qué todo había terminado tan rápido entre ellos. Por qué de pronto se habían convertido en desconocidos.
  Y cuando la vio marcharse tomando el brazo de su esposo, supo que seguiría sin respuesta.


-       ¡¡Kampai!!
  Hacía horas que habían terminado las festividades en el palacio, pero en la posada de Ukio continuaban. El regente había sacado los mejores platos de sus cocinas para agasajar a la vencedora de su Clan, mientras que Yuna había insistido en invitar a todos al mejor sake que tuviera el posadero Escorpión. En esos momentos el caliente líquido descendía por sus gargantas, y aún no había terminado tal descenso cuando el siguiente vaso era servido.
-       Luchasteis con gran valor contra aquel enorme Cangrejo- decía Ukio a Yamato.
-       Un verdadero samurai no se echa atrás por fuerte que sea el enemigo- decía el ya algo bebido León- ¡Y su honor puede vencer cualquier adversidad!
-       Desde luego- sonrió ampliamente el posadero- Que haya sido Bayushi-sama la vencedora, no ha sido más que un capricho de los dioses, todos erais igualmente valiosos… ¿Más sake?
  Desde su posición, Yuna se rió para sí. Ukio le caía bien. Era consciente de que no había sido sólo su pericia quien la había hecho vencer. Sospechaba la sombra del Escorpión en sus emblemas de Heráldica; o las preguntas de leyes, etiqueta y bushido; o en la decisión final de los jueces en tal prueba… pero sobre todo, en la prueba de iaijutsu. Aunque tan sólo estaba relativamente segura del último caso. Y de hecho, no sabía a ciencia cierta que hubiera intervenido en ninguna de todas las opciones. Ni necesitaba saberlo. Según el posadero, por su propio bien no debía saber más, por lo que decidió aceptar el misterio serenamente.
  Aquello no le hacía en absoluto sentirse mal consigo misma. No creía que la manipulación del Campeonato, de haber ocurrido tal, fuera algo reprochable: al fin y al cabo, era en honor a los dioses; y si ellos hubieran querido impedir sus acciones, lo habrían hecho. Consideraba que en las pruebas no se habían medido sólo la fuerza, la rapidez o la cultura de los luchadores; sino también todas sus demás cualidades. Como los aliados que tuvieran, o su capacidad para mantener sus acciones en las sombras… Que no se hubieran dejado engañar, pensaba.
  Aún así, estaba muy agradecida a su compañero Escorpión. No tenía contactos en la región, ni conocía cómo funcionaba la ciudad: Ukio podría haber sido la diferencia entre su victoria y su derrota. Decidió que aquella tarde le daría un caluroso agradecimiento por su amable hospitalidad y que, a pesar de que fuera un humilde posadero, le haría algún favor si veía que lo necesitaba. Era consciente de que para alguien de clase tan baja, ayudarla era entre un honor y una obligación; pero ella era generosa.
“Claro que lo soy”, dijo mirando al ronin que bebía sin parar.
-       ¡Por la Campeona Topacio!- gritó alegremente Ginawase.
  Yuna bebió a la salud de su grito, sonriendo. El ronin trabajaba para Ukio, por lo que era posible que hubiera influido en su victoria. Si bien sabía que el posadero lo recompensaría, y aunque como ronin trabajar para un Escorpión era más recompensa de la que merecía; Yuna le había dejado participar en la celebración.
-       ¿Más sake, Bayushi-san?- dijo Agasha Inomaro, acercándose a la joven.
-       Claro- respondió tendiéndole su vaso.
  El shugenja le dedicó una sonrisa especial, que Yuna supo interpretar. Le estaba agradeciendo que lo ayudara… Por lo menos, contaba con que lo hiciera; o no habría ido horas antes a su habitación a revelarle lo que le había pasado con el León…


-       Habéis lanzado un conjuro contra Yamato-san…- había repetido Yuna con incredulidad.
-       - admitió el shugenja con un suspiro.
-       ¿Cuándo ha ocurrido todo esto?
-       Ahora mismo.
  Horas antes, arrodillados uno frente a otro en la habitación de la Escorpión, hablando en susurros.
-       ¿Por qué?- inquirió la samurai-ko, sabiendo que habría algún tipo de explicación- ¿Qué tenía ese niño de importancia?
-       No puedo estar seguro del todo, no soy un experto en la materia; pero hubiera jurado que ese niño tenía la Mancha- dijo el afectado Fénix- Desconozco por qué, si bien dijo que su padre había sido samurai. Podría haberla traído consigo de las Tierras Sombrías, y concebir en ese estado al pequeño.
  Yuna había alzado las cejas con incredulidad. La Mancha, maldición de las Tierras Sombrías. Era la manifestación del poder de Jigoku, que como tal trataba siempre de extender la naturaleza del Reino de la Maldad: la violencia, el odio, el terror, el dolor y la destrucción. Retorcía y mutaba todo cuanto tocase, pervirtiendo cualquier ansia y deseo hasta sus peores posibles consecuencias, destruyendo la vida y dando poder a la muerte. Las criaturas vivientes con una fuerte infección de la Mancha exhibían desagradables mutaciones cada vez más grotescas, al tiempo que sentían ansias violentas y enfermizas y escuchaban voces que les instaban a realizar actos malvados y destructivos. En último término, la Mancha consumía a su víctima por completo, convirtiéndola en un terrible monstruo.
  No era ilegal vivir con la Mancha, aunque sí lo era ocultarlo… y se consideraba un crimen muy serio, ya que cualquiera con la Mancha tenía el potencial de extenderla, poniendo en peligro al resto del Imperio. Un individuo hospedador de la Mancha sufría severas restricciones sociales, teniendo prohibido casarse o tener hijos, así como acudir a eventos públicos como festividades o a la corte. Muchos cometían seppuku de forma inmediata para purgar la vergüenza de su estado a su familia. La Mancha siempre se agravaba, exceptuando excepcionales casos de samuráis entrenados en una férrea autodisciplina. Y cuando era ya muy grave, se terminaba con la vida del hospedador de la Mancha.
-       No podía decírselo al Akodo, y no tenía otro medio para dejar al chico escapar…
-       Entiendo- replicó la Escorpión- Alguien de honor tan regio como nuestro compañero León, no habría dudado un solo instante en entregar al pequeño a la justicia; sin valerle la pena asegurarse de si estaba verdaderamente manchado. Y las autoridades no se tomarían demasiadas molestias con un hijo de campesinos, ni le hubieran procurado los caros pétalos de jade que deberían darle para su mantenimiento…
  Inomaro asintió mientras Yuna sonreía. Sabía por qué había acudido a ella.
-       Yamato-san podría denunciaros por atacarlo, o retaros a duelo. Todo por un simple niño.
-       Lo sé…
-       Pero habéis mostrado ser compasivo, y ésa es una importante cualidad para un samurai- continuó ella- Tranquilo, podéis contar con mi apoyo. Estaré de vuestro lado alegue lo que alegue el León…
“…y también las sombras que bailan a mi alrededor”.


  Ah, cómo se alegraba de haber ayudado a la Escorpión en el Campeonato Topacio; pensaba el shugenja durante la celebración. No dudaba que Yamato se habría dado cuenta de que no se había dormido en los establos de repente por casualidad. No sabía si un orgulloso León querría retribución alguna, ni si se la pediría por las buenas. Saberse respaldado por la Bayushi lo tranquilizaba, aunque parte de sí temía que lo traicionara… No pensaba darle motivos para ello, desde luego; pensó mientras la sonreía mientras ella apuraba su sake. Desde su encontronazo, había visto a Yamato mirarle de malos modos; pero había procurado estar continuamente acompañado por la Escorpión, por lo que el León no había podido hablar con él a solas.
  La celebración fue breve, pues acabó bien avanzada la noche, pero llegó un momento en que todos fueron conscientes de que debían ir a descansar: al día siguiente partirían de viaje. Así que pronto se fueron retirando hacia sus habitaciones.
  Yuna se despidió cordialmente de Inomaro. El León no había dicho nada al shugenja sobre el incidente ocurrido aquella tarde; aunque sí había visto a Yamato hablar con Ukio sobre dos sirvientes desaparecidos, y a Ukio agradecerle el aviso y mandar gente en su busca. Nadie había vuelto ni con la doncella ni con el niño; con un poco de suerte la ayuda del shugenja les habría alejado lo suficiente. No se sentía mal por hacer perder a Ukio dos sirvientes; porque sabía que si el posadero de veras quería encontrarlos, lo haría. Que no hubieran aparecido aún, le daba qué pensar. Quizá el posadero estaba “dejando” que se le escaparan de las manos.
Abandonando a Inomaro tan sólo unos instantes, subió las escaleras, y en el pasillo que llevaba a las habitaciones se encontró con Shosuro Ukio como por casualidad. Yuna le dedicó una sonrisa y una inclinación de cabeza.
-       Os agradezco, Shosuro-san, el magnífico trato que me habéis dispensado en mi estancia en la ciudad.
-       Todo cuanto pueda hacer por el Escorpión, se hará, Bayushi-san- respondió inclinándose profundamente ante ella.
-       Deseo recompensaros por vuestra hospitalidad- dijo, y le entregó tres bus.
-       ¡Oh…! Mi señora, no es necesario…- dudó el posadero, no osando negar su ofrecimiento pero obviamente incómodo.
-       Es mi deseo- replicó ella con solemnidad. 
-       Gracias, mi señora- respondió, tomando las monedas- Sois demasiado generosa con alguien como yo…
-       En absoluto. He tenido tanta suerte de encontrar a alguien que me haya dado tanto apoyo. Somos todos tan inexpertos, nunca hasta ahora sin nuestras familias. Apuesto a que más de uno de los aspirantes se siente temeroso como un polluelo en un nido sin madre que está siendo acechado por un gato…
  El posadero se rió levemente, y ella a su vez. Supo que la había entendido.
-       Ah, pero eso no puede ser. Otosan Uchi es segura, incluso para los más pequeños polluelos. Aunque a fuertes águilas como vosotros nada hay que pueda dañarlas. Descansad tranquila.
-       Así lo haré. Buenas noches, Shosuro-san.
-       Bayushi-sama…- dijo él con una última inclinación.
Yuna entró en sus aposentos y se desvistió, en verdad cansada por todo lo ocurrido aquel día. Sabía que vigilar ella misma al Fénix y al León no sería lo más sutil del mundo, y contaba con que si algo comenzaba a ocurrir, Ukio la avisara prestamente.
  Antes de acostarse, contempló un rato su portadaishos. Allí yacían su wakizashi, su katana Escorpión… y la katana Topacio. Su corazón latía con alegría ante su visión, mientras el honor de su victoria se extendía cálidamente por su pecho. Cerró los ojos y una vez más agradeció a los kamis que la hubieran apoyado y le hubieran concedido la gloria de aquella victoria. Ardía en deseos de probar aquella hoja, de estrenar aquél arma tan bella y de tal equilibrio.
“Pronto”, se dijo mientras cerraba los ojos.


  Inomaro se disponía a subir las escaleras cuando alguien se interpuso en su camino. 
-       Yamato-san…- dijo al reconocerle.
-       Vos y yo tenemos un asunto pendiente, ¿recordáis?- dijo el León ásperamente.
-       ¿Disculpad?
-       En los establos. Habéis lanzado un hechizo contra mí, me habéis atacado.
  Una doncella que barría la sala donde se había celebrado el festejo dejó su tarea y se marchó disimuladamente a otra estancia.
-       No… Creí que lo habíais entendido, fue un error. Los kamis de aire son muy traviesos, difíciles de controlar…
  La estrecha mirada del León le indicó a Inomaro que, o el alcohol había abandonado su mente demasiado pronto como para convenirle, o su mentira era demasiado poco creíble.
-       No permitiré tales comportamientos…
-       ¿Hay algún problema?
  El regente de la posada había aparecido como de la nada, arrancando a Inomaro un suspiro de alivio. Pensaba que el León, algo ebrio, pretendía pegarle en aquel mismo lugar. Sin embargo, el Akodo pensaba tener totalmente la razón, por lo que a pesar de quizá ser una descortesía por estar en presencia de otra persona, continuó.
-       Os reto a un duelo.
  Inomaro había supuesto que aquello ocurriría, por lo que no lo afrontó con dificultades. Y aunque contaba con Yuna… esperaba que ganar tiempo lo ayudase con el León.
-       Estáis en vuestro derecho…- replicó con amabilidad- Mandaré un mensaje a tierras Fénix para que me envíen un yojimbo que pelee contra vos; y que los dioses decidan quién posee la razón.
  Los shugenjas no portaban katana, ni practicaban el kenjutsu o el iaijutsu. Era necesario que alguien peleara por él, e Inomaro había decidido que fuera un combatiente de su tierra.
El Akodo asintió firmemente y, tras una leve inclinación a modo de despedida, subió las escaleras. El Fénix respiró aliviado, al parecer el honor del León era tal que tan sólo quería justicia, no venganza. El shugenja quedó un instante junto al posadero Escorpión.
-       ¿Todo bien, Agasha-san? ¿Hay algo en lo que pueda ayudaros?
-       No- respondió- Gracias, Shosuro-san. Está todo en orden.
El posadero se inclinó ante él y se retiró. Respiró hondo, sus temores estaban por fin calmados al saber que el León no tomaría represalias contra él. El shugenja esperó un poco, dando ventaja al León para no encontrárselo por el pasillo, y subió las escaleras en dirección a su habitación.
Para entonces Yamato ya había entrado en la suya y había cerrado la puerta. Pero tras girarse, se había quedado paralizado.
-       Tú...- musitó sorprendido.
  Yamato permaneció unos instantes observándola. La doncella de Ukio, la hermana del niño enfermo… En sus aposentos, aunque los sirvientes del posadero la estaban buscando…
  El León sospechaba la razón de las acciones del shugenja, pero su regio honor le indicaba que lo correcto era entregar al niño a las autoridades; quienes sin duda le proporcionarían un trato justo al verificar si verdaderamente estaba manchado o no. Y de estarlo, hacer lo mejor para todos.
-       ¿Dónde está tu hermano?- dijo, reaccionando al fin.
  Pero la mujer le dedicó una mirada cargadísima de odio. Yamato advirtió que sus ojos estaban llenos de lágrimas.
-       Muy lejos de aquí, en un lugar seguro- replicó con veneno en su voz.
-       Tu hermano está muy enfermo, Suhma- replicó algo más suavemente- Mi deber es…
-       Yo confié en vos, samurai-sama; os pedí ayuda…- dijo caminando hacia el fondo de la habitación- Creí que me ayudaríais, pero ahora…
  Se volvió para mirarle, de pie junto a la ventana. Su rostro estaba tan cansado; sus ojos, tan hundidos…
-       No debí deciros nada. Ahora no tenemos adónde ir, y no puedo mantenerle a salvo…
  La suave brisa nocturna le revolvió el cabello, mientras la luz de la luna daba a su piel un mortecino color claro.
-       No debí deciros nada- susurró.
  Y se dejó caer por la ventana.


  Yuna abrió los ojos sobresaltada. Ni siquiera había llegado a dormirse… ¿Qué era todo aquel jaleo? Salió rápidamente de su habitación, katana Escorpión en mano; y siguió el torrente de gente hacia el piso inferior de la posada. Allí estaban ya parte de sus compañeros, arremolinados en torno a…
  … en torno al cuerpo desmadejado de una doncella, tirado en el suelo en una extraña posición. Nadie se atrevió a tocarla por unos instantes, pues el tacto de la carne muerta era una mancha en el honor de aquel que lo recibiera… Pero era la única forma de verificar si seguía o no con vida. Finalmente Yamato se arrodilló para posar suavemente dos dedos sobre su cuello, y esperó.
-       Vive- musitó quedamente.
-       Llevémosla al interior.
  Mientras Ukio e Inomaro tomaban a la muchacha para trasladarla a alguna de las habitaciones, Yuna alzó la vista. Vislumbró una ventana abierta, con las cortinas ondeando suavemente al compás de la brisa nocturna.


1 El Clan de la Mantis ha sido recientemente nombrado Clan Mayor, aunque el resto de Clanes Mayores no parecen aceptarlo por completo, y todavía son obviamente muy inferiores en prestigio e influencia.
2 En esta ambientación, la familia Agasha procede de una familia menor del clan de la Grulla que pasó a formar parte del Clan del Fénix en el pasado.
3 En Rokugan, los meses tienen nombres de animales. En este momento la historia transcurre a finales del mes del Mono, que equivaldría al mes de agosto.   
4 En el Día del Trueno fue la batalla que terminó la guerra contra Fu Leng. En ella siete Truenos, representantes de cada clan, entraron en las Tierras Sombrías guiados por Shinsei. Vencieron, mas la batalla fue terrible; y tan sólo Shosuro, el Trueno del Escorpión, sobrevivió. 



3 comentarios:

  1. Por fin has terminado esta parte! Yo también he sufrido lo mío para que lo escribieras xDD Al final ha quedado bastante coherente todo y bastante bien resuelto el asunto. Los Daimyos cangrejo y fénix muestran su personalidad acorde a su clan y me gusta mucho cómo queda. Está genial! Ahora a ver si empiezas con la siguiente parte y leo cosas nuevas :)

    ResponderEliminar
  2. ¡Hola! Bueno Cris (perdón, Bayushi Yuna, XD), ya sé que hace ya meses que dije que te leería y te redactaría una crítica incendiar... estooooo, constructiva, constructiva, pero ruego que me perdones: cuando no he estado de prácticas he estado con mi curso intensivo de alemán, y así no había manera de sacar tiempo para comentar. Pero por fin lo he conseguido ahora que llega el verano, y ahora voy a hacer una crítica en condiciones.

    Este primer comentario que hago en tu blog lo hago en tu historia de La leyenda de los 5 anillos por algunas razones. Lo primero es que esta ha sido la última entrada de tus historias largas (que también me le leído las más cortas, pero empecemos por donde más me gusta), y es más probable que la leas al ser la más reciente después de una de las cortas. Debo decir también que me gustaría poder comentarte en cada uno de los capítulos, pero como resulta un tanto engorroso trataré de resumir mis impresiones en este comentario.

    Lo primero es que, ¡me ha encantado! Tanto a nivel de temática como a nivel de narratividad ha resultado una lectura fantástica, y sobre todo lo has clavado con la caracterización de los personajes. Debo decir que me gustó mucho la forma en que al mismo tiempo explicaste lo que eran los nemuranai y el defecto de tu pj, enlazándolos de una forma que resultó de lo más natural.
    En este capítulo sospecho (y luego ya me lo confirmarás o desmentirás, XD) que estás explicando y enlazando la campaña de comienzo de vuestros pjs (sé que este módulo venía en el libro de reglas como campaña para aprender a jugar una partida a este peculiar juego de rol, qué le vamos a hacer, soy un cotilla) con la siguiente campaña de vuestro máster (matar al Oráculo de fuego oscuro). Si realmente es así debo decirte que me encanta la naturalidad con la que transcurren los acontecimientos en la historia: las explicaciones de por qué solo quedan los campeones que "casualmente" corresponden a los jugadores fluyen tan perfectamente como una gota de agua deslizándose sobre la superficie rugosa de una roca (jo, qué poético, parece que lo haya escrito un Grulla de repente). Claro que como no tenga razón... mejor será que olvides que he escrito el párrafo.

    Bueno, ahora solo me queda decirte... ¡ponte de inmediato a escribir, que tengo mono de más de esta historia tan interesante! Y no me obligues a buscarte para encadenarte a la mesa junto a tu portátil, porque sé dónde vives...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡Hola Javi!!! Joooooooooooooooooooooo muchísimas gracias!! ^^ Tu comentario me ha llenado de alegría e ilusión *.*
      No te preocupes por la tardanza, que yo soy la primera que sube capítulos cuando puede :) Tampoco por que vaya a ver unos comentarios y otros no, porque me llegan notificaciones al correo.
      No tienes idea de lo que significa para mí que consideres que el paso del Libro Primero (el Campeonato Topacio) al Libro Segundo (campaña del Oráculo Oscuro de Fuego) es natural. ¡NO TIENES NI IDEA! Porque no sabes lo complicado que me resultó poder conseguirlo, los bloqueos continuos, los miles de bocetos tirados y las largas conversaciones que conllevaron que todo eso tuviera algún sentido. No sabía si había quedado realmente forzado o no. Significa mucho *.* Exactamente, fue la siguiente campaña de nuestros pjs. A veces describir un rol es complicado porque "curiosamente" todo le pasa a los mismos personajes, como por casualidad xD Además, qué poético me lo has puesto, qué bonito. Si lo uso como cita en algún capítulo, te nombraré ;)

      De verdad, me motivas a seguir escribiendo :) ¡Creo que me pondré esta misma noche! ¡¡Gracias!! ^^

      Eliminar