Frases Aleatorias

Comienzo de la Leyenda: Galería

Inomaro Kenjiro. Bushi Dragón.


El agua fluía sobre su cuerpo. El mismo agua que caía del cielo, que la tierra recogía, y que fluía sin cesar; y sin embargo, nunca la misma. Había gotas que no habían contactado aún con su piel, mientras otras habían caído en dirección al lago hacía minutos. Únicas cada una de ellas, pero indistinguibles unas de otras al unirse para un fin mayor. ¿Sería ése el sino del samurai? Pues todos seguían el mismo código, y sin embargo; cada Clan, cada familia, cada individuo era distinto en sus creencias y acciones, por mucho que hubiera quien lo negara… Pues era fácil ver las diferencias entre el sereno Agasha, el rugiente Akodo, la enigmática Bayushi, el descuidado Yoritomo. Y sin embargo allí estaban, juntos; distintos, mas unidos. ¿Sería la naturaleza del samurai la misma que la del agua? Únicos, distintos, que juntos lograban grandes cosas. ¿Sería la naturaleza del samurai la misma que la del tiempo? Que siempre es tiempo, y fluye sin cesar, pero nunca siendo cada momento el mismo…
-          Kenjiro-san- dijo una voz suave- Hemos de continuar.
Kenjiro abrió los ojos lentamente, saliendo de su profunda meditación. Inomaro-san se encontraba al borde de la cascada, observándolo con aire paciente. Más allá, el resto de sus compañeros parecían discutir quién se sumergería en aquel lago de la Isla de Jade.
Los miró desde la distancia un instante, preguntándose qué conseguirían formar aquellas gotas de agua. ¿Se desperdigarían por la tierra formando nada más que barro? ¿O podrían unirse para convertirse en un rugiente caudal?
-          Ahora mismo, gota de agua.
  Inomaro asintió. Como siempre, no entendía las palabras del Dragón. Como siempre, a Kenjiro no parecía importarle. 



Akodo Yamato. Bushi León.
   Sólo el crujido de las ramas a su paso rompía el silencio mortal que se extendía a su alrededor. Su aliento se condensaba frente a él, y parecía petrificarse para caer a sus pies a medida que avanzaba. Todo estaba tranquilo, callado, expectante. El frío le mordía los huesos.
  Yamato se arrodilló junto al riachuelo de aguas oscuras y densas. El agua se deslizaba silenciosa, viscosa y oscura; y por un momento se sintió incapaz de probarla. Le recordaba a la sangre que había visto correr entre las piedras del castillo.
“¿Fue hoy o ayer?”, pensó dudoso. Sus recuerdos parecían remotos, pero no podría estar seguro. El sol había desaparecido hacía ya varias jornadas.
  Sin otra manera de medir el tiempo que su propio cansancio, juraría que hubiera sido hacía semanas. Se palpó el hombro, allá donde una venda estaba medio empapada en sangre; prefirió no recordar quién le había hecho aquella herida.
  Le llegaron las risas de Keita y el relincho de los caballos por entre los arbustos. El resplandor de la fogata era un reconfortante desafío a la oscuridad perpetua que los rodeaba, salpicada de sombras alargadas procedentes de sus compañeros. No debía tardar en regresar. Se inclinó para echar un trago… pero de repente, un rostro de piel de luna y ojos de hielo lo sorprendió desde las profundidades del riachuelo. Como siempre, se le erizaron todos los pelos de su cuerpo; y no pudo evitar apartar la mirada.
-   Le encontraré. Te lo prometo…- susurró.
  Desapareció.



Bayushi Yuna. Bushi Escorpión.


-          No entiendo por qué me tratáis de manera tan fría, Yamato-san- dijo una vez Bayushi Yuna a Akodo Yamato- ¿Acaso he hecho algo que no fuera de vuestro agrado?
  Aunque sus palabras podían ser tristes, su rostro se mantenía sereno. No se trataba de una reprobación, sino simplemente de un comentario cargado de curiosidad.
-          Si esa es la impresión que os ha dado, lo lamento- respondió él, intentando ser cortés- En ningún momento he pretendido ser frío con vos.
-          Sin embargo, casi siempre procuráis evitar conversaciones conmigo- había insistido ella. 
  El León había respirado hondo, sabiendo que no iba a soltar su presa, para admitir con frialdad:
-          No se trata de algo personal, Yuna-san. Simplemente, no confío en los Escorpión.
-          Hum… - murmuró pensativa, y tras un instante volvió a hablar- Hubiera esperado una respuesta así de cualquier persona menos de vos, Yamato-san. Al fin y al cabo, disteis la cara por nuestro amigo ronin Ginawase.
-          Yo no juzgo a las personas por sus acciones pasadas- dijo con orgullo.  
  La Escorpión había sonreído, como si hubiera estado esperando a que él dijera algo similar.
-          No juzgáis a Ginawase por las razones que llevaran a su Clan a expulsarle, pero a mí sí me juzgáis simplemente por haber nacido en la familia Bayushi. A pesar de que mis acciones nunca me han hecho merecedora de vuestra desconfianza…
  El León la había mirado… Pero no había podido responder, porque no tenía respuesta. La mujer había, sin embargo, sonreído antes de levantarse y marcharse; quitando importancia a su conversación… pero dejándole sin nada que decir. 



Agasha Inomaro. Shugenja Fénix.


  Inomaro era consciente de que no todo el mundo consideraría sus acciones como correctas, colaborando con una contrincante. Sin embargo… la intrínseca rivalidad entre aspirantes, cada prueba, cada punto ganado; no eran más que pequeñas pinceladas solitarias. Inomaro poseía la capacidad del Fénix para ver el mural completo que estaba dibujando el Campeonato Topacio. Había visto los resultados de las pruebas pasadas, las habilidades de sus contrincantes, y conocía las pruebas que quedaban aún por acontecer: él no ganaría aquel torneo. Pero ¿acaso eso significaba que no podía hacer nada? En absoluto. La naturaleza pacífica de los Fénix encontraba más útiles las alianzas que los enfrentamientos, y vencer a otros contrincantes resultaba mucho menos valioso que forjar simpatía o amistad con ellos. Pues como el poderoso Fénix sabía, el enfrentamiento entre individuos valiosos siempre conllevaba enormes pérdidas, mientras que si se unían para un objetivo común eran capaces de lograr grandes empresas. 
“Resulta ilógico juzgar al mejor de los samuráis por enfrentarse y vencer a otros”, pensó Inomaro para sí, “¿Es que los sacrificios de la guerra no enseñan nada a nadie? ¿No florece acaso el Clan cuyos hijos no mueren en el campo de batalla, aquel que comercia, aquel que descubre?"
  Meneó la cabeza con tristeza, consciente de que el Imperio aún tenía mucho que aprender de las enseñanzas de Shinsei, pero al mismo tiempo siendo consciente desde siempre de que nada se le podía enseñar a quien no desea aprender... 




4 comentarios:

  1. Que manipuladora es Yuna y qué bien le sale xD No le da opción a buscar ninguna excusa :p

    La parte del fénix ya la conocía ^^ y a pesar del sufrimiento que te costó hacer esa parte has conseguido expresar bien lo que pensaría Inomaro en esas circunstancias. Gratz! :)

    Los dibujos nuevos me encantan. El de Yuna ya le conocía y es genial, aunque como lleve más escote se le ve el ombligo xD
    Y el dibujo de Inomaro es awesome! Fuego everywhere!

    Si al final te dedicas a poner en el mapa donde se encuentran en cada momento puede molar mucho, aparte de ayudar bastante a orientarse un poco en la historia :)

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    1. Sabias que la conversacion Yuna-Yamato de aqui fue real? Osea, que fui yo como Yuna quien tuvo esta conversacion. Muajajajajaa! Fue un gran dia xDDD

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    2. xDDD Pues creo que no conocía ese detalle :p xD entonces la manipuladora eres tú! xD Me voy a tener que andar con ojo que tienes mucho peligro xD

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  2. Lo dicho, tu personaje es jodidamente bestial!! Club de fans de Bayushi Yuna ya!!

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