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Despertar (103)

  Continuación del capítulo uno, Despertar. Descubrimos el origen de los poderes de Kara y Elsa. Como se ve en este capítulo, creo firmemente que adquirir poderes sobrenaturales no conlleva tan sólo nuevas habilidades, sino que como otras cosas en esta vida; implican un millón de sensaciones nuevas y cambios en la forma de pensar que luego terminan influyendo la personalidad de cada uno.

Acceso: ShadowFire. Nota 103.

Soy totalmente incapaz de hablar. Observo atónita la barrera de ramas; sus raíces extendidas por el suelo de metal en todas direcciones, las decenas de pequeños tallos leñosos enmarañados entre sí desnudos de hojas. Una de las ramas ha serpenteado por el suelo hasta llegar junto a Elsa, donde ha crecido en forma de espiral y parece permanecer a la espera. Me debato entre la confusión, la maravilla y la cautela.
Elsa me mira también, y tampoco dice nada. Mis manos aún envueltas en llamas susurran como sólo el fuego lo hace al moverse, y el eco de su sonido en el pasillo es lo único que se oye durante unos segundos.
<¡¡…Maldición, funciona!!>
  El sobresalto que nos llevamos nos hace dar un brinco. 
-         ¿Oráculo?- pregunto al aire.
<¡Ah! ¡Chicas! ¿Estáis bien…? Oh... ¿los robots...?>
-         ¿Qué ha pasado?
<La nave... Al detectaros los soldados, se activaron las alarmas y consiguieron romper mi hackeo. Me ha costado mucho volver a entrar. ¿Qué ha pasado? No detecto a los robots...>
Miro a nuestro alrededor; los robots quemados o estrujados, el humo y las piezas sueltas.
-         Los… hemos derrotado- respondo dudosa.
<¿…Derrotado?>
-         Sí- dice Elsa.
Me mira, y asiente, comenzando a sonreír. Yo también me lo creo al fin, sonrío. Los hemos derrotado. Han venido a por nosotras, no sólo no lo han conseguido: hemos acabado con ellos.
<Pero…¿cómo?>
-         Parece que… ambas tenemos poderes- dice Elsa.
Me sigue sonriendo. Algo me dice que esta no es la primera vez que hace crecer las plantas. Un momento, ¿las dos… tenemos poderes, como ella ha dicho? ¿No es demasiada casualidad?
<No me sorprende...>, dice Oráculo, multiplicando mis sospechas, <¿Lo habéis descubierto ahora, o ya lo sabíais?>
Me quedo boquiabierta, mirando al techo, hacia de donde salga la voz de Oráculo. ¿Ahora resulta que esto es algo normal?
-         Yo ya lo sabía- dice Elsa.
La miro atónita. ¿Sabía que podía manejar plantas?
“¿Y la asustada era ella?”, pienso mirando al robot más estrujado.
Pero no creo que debamos estar de cháchara de esta manera. Seguimos en territorio enemigo, por mucha curiosidad o confusión que yo tenga.
-         ¿Estamos a salvo?- pregunto a Oráculo.
<Sí... He conseguido detener el flujo de información de los robots de defensa a la nave, así que la nave no sabe lo que ha ocurrido. Por el momento quedaos ahí, y comparemos notas… Dejadme un minuto para que asegure la zona>
Suspiro con alivio. Al menos, parece que las cosas van a empezar a aclararse.
Miro a Elsa otra vez. Ahí sigue, sonriéndome con incredulidad. ¿Qué le hace tanta gracia?
-         No lo sabías- dice.
Niego con la cabeza, admitiéndolo. No estoy segura de que me guste esta situación. Me mira con comprensión.
-         No pasa nada.
Y como si su intención fuera demostrármelo, se gira hacia la rama que yace a sus pies y extiende suavemente las manos hacia ella. La planta comienza a crecer por su extremo, serpenteando en el aire.
Elsa irradia una paz infinita al tiempo que observa el tallo alzarse poco a poco. Algo en la expresión de su rostro hace que la escena me resulte conmovedora. Permanezco inmóvil, bloqueada por la reverencial impresión que me produce lo que ven mis ojos.
Paulatinamente, a medida que crece; el verdoso tallo va tornándose más oscuro y adquiere una rugosa textura de corteza. Al llegar a la altura de su rostro, Elsa expone ambas palmas hacia la planta y las mueve en horizontal, separando los brazos: siguiendo su estela, la ramas se bifurca una, dos, tres veces a medida que ella acaricia el aire cercano con mimo y cuidado.
Ante mis ojos termina de formarse un pequeño arbolillo sin hojas.
Se detiene, y bajando los brazos me mira con una leve sonrisa.
La situación me resulta absolutamente increíble. Elsa, la chica a la que me he propuesto proteger, crea vida con sus propias manos. Ver crecer el tallo en el aire ha sido todo lo desconcertante que puede ser ver moverse a una planta, aunque cierta parte de mí deduce que se trata de una simple aceleración del proceso natural.
Tras un instante de duda, me acerco un poco más; la fascinación me puede.
“Es un árbol. Un árbol de verdad”
  En mitad de esta nave… Pero veo su corteza resquebrajada, sus ramas bifurcándose, pequeñas yemas en sus intersecciones. Resulta tan asombroso que hace treinta segundos esto no estuviera aquí…
La miro; confusa, atónita. Ella sonríe y se encoge de hombros. Miro el árbol de nuevo.
“Nunca… había visto nada tan… extraordinario”
Eso me recuerda… Bajo la mirada lentamente hacia mis manos.
A la altura de mi vientre, vueltas hacia mi rostro; aún están ardiendo. Noto aire caliente ascender hacia mi cara, pero no me hace daño ni me molesta en los ojos. Bloqueada, sin comprender, las alzo frente a mi rostro.
El fuego. Pequeñas llamas ondulantes que se estiran hacia arriba... Miro una de las llamas, pequeña, que de pronto se alza mucho más, y de pronto vuelve a ser pequeña. Varían tanto de un instante a otro, nunca son iguales, y sin embargo siempre es el mismo fuego… Azul en su base, más amarillo y rojizo al alejarse. Silencioso, susurrante al moverse pero no rugiente ni crepitante. Tan diferente a las feroces llamas que he visto antes. Tan tímido y calmado ahora.
Son mis manos, mis manos de siempre, pero llamas surgen de mi piel. Casi diría que de a un centímetro de ella. Lo noto, pero no es dolor, ni tampoco tacto tangible; sino como la sensación del viento. Siento el calor, y siento el movimiento del fuego cosquillear en mi piel. No es cosquillear sino… acariciar… 
No me quema. No me duele. No lo entiendo. ¿Por qué no me hace daño? ¿Por qué surge de mí? ¿Por qué está ocurriendo esto?
¿Por qué entiendo hacia dónde va a moverse, qué llama va a alzarse sobre cuál, antes de que lo haga? ¿Por qué pienso, y siento, que ahora es tímido, mientras que antes era furioso; si solo es fuego? ¿Por qué sé, siento, que está dentro de mí, conmigo? 
¿Por qué es tan magnífico que siento que podría hacer cualquier cosa con él? ¿Por qué es tan hermoso…? Tan reconfortante…
Miro a Elsa, que me observa desde la distancia, fascinada pero cautelosa. Sintiendo no sé por qué que debo… “corresponderla”, extiendo lentamente las manos hacia ella, mostrándoselas.
Retrocede un paso, temerosa, pero no aparta la vista. Después un paso, y luego otro. Despacio, con cuidado, pero con la curiosidad brillando con fuerza en sus ojos. Mira mis llamas sin comprender, sorprendida, sonríe. Me mira, y me sonríe. Le sonrío de vuelta. No entiendo nada, pero hay algo claro en todo esto… Estamos vivas, y eso es bueno. Y no estoy loca, y eso es bueno.
  Por un momento me pregunto si podré pararlo, apagarlo. Un instante después me pregunto por qué querría hacer algo así. Segundos más tarde sé, antes de intentarlo, que lo conseguiré sin resistencia. Cierro las manos lentamente; las llamas empequeñecen, empequeñecen, hasta desaparecer.
  Respiro hondo. Se mezclan tantos sentimientos en mi interior que creo que va a empezar a darme vueltas la cabeza. Miro mis manos aún, los puños cerrados, apagados. Los nudillos sangrantes y la piel arañada y rasgada son una visión mucho menos bonita que las llamas ondeantes. Parte de mí siente que no deberían estar así. Deberían estar brillando…
-         Espera... te ayudaré con eso- oigo que dice Elsa.
Alzo la vista para ver que se acerca a mí, sin saber a qué se refiere. Me coge suavemente la mano derecha y se la acerca, la mantiene sobre su izquierda mientras coloca su diestra unos centímetros por encima.
-         También tengo poderes de curación- dice.
-         ¿Qué?
Pero mientras hablo empiezo a notar cómo me cosquillean las manos, y las miro alarmada. Algo me pasa en las heridas. No me doy cuenta de que me dolían hasta que la sensación cambia, dejando de ser dolor a… ser algo raro. Es raro, no sé qué es; es como si se me durmieran sólo determinadas zonas de las manos, las noto tan extrañas… Veo algo, y como suspendida en un sueño distingo la piel que bordea una de mis heridas… crecer hacia el aire y luego doblarse hacia abajo, hacia mi mano de nuevo.
-         ¿Qué haces?- pregunto alarmada.
-         Tranquila…- dice elsa con una voz distante, como si su concentración estuviera a kilómetros de aquí- Te… estoy curando…
Esto no me convence. Me desconcierta. Pero no me atrevo a apartar la mano.
-         Tranquila…
-         Ya…- replico
  Miro su cara. Parece tan concentrada, y su expresión me recuerda a la que adoptó al crear el árbol. Respiro hondo, tranquilizándome: dice que son poderes. Puedo creérmelo. Y parecía controlar lo otro. Me tranquiliza aún más ver cómo una herida pequeña parece cerrarse. Tiene pinta de que sabe lo que hace. Respiro hondo y procuro tranquilizarme, miro alrededor para distraerme. 
Mis ojos se topan con mi cuerpo, con mi camiseta destrozada. Hum… Puede que el fuego no dañe mi piel, pero la ropa parece ser otro tema… Recuerdo verme convertida en una enorme bola de fuego humana. Normal…
Maldita sea… Esta era una de mis camisetas preferidas. Ahora tiene un agujero en el centro del pecho, bordeado de jirones y que, además, hace que se me vea el sujetador. Que antes era gris, pero ahora es negro chamusquina. Genial. Me doy cuenta de que la parte de los brazos y el pecho está destruida; pero me queda la espalda, curiosamente aún unida a mí por un cuello que no termina de romperse, y por los hombros, que no sé muy bien por qué sólo están algo chamuscados.
No lo entiendo. El fuego está dentro de mí… Pero ha ardido más la camiseta que el sujetador. Casi me parece que tendría que ser al revés…
“Bueno, como para encontrarle sentido a todo esto, claro… El fuego está dentro de mí…Qué demonios”, pienso meneando la cabeza.   
Suspiro. Me consuelo pensando que ahora Oráculo y Elsa me explicarán un poco todo… Aunque Oráculo ahora mismo estará manteniéndonos con vida, que no es poco; y Elsa ha conseguido cerrar algunos cortes más. Miro curiosa las costras que se han formado, que parecen muy raras al estar en zonas donde la piel está aún manchada por sangre fresca.
“Parece que mis vaqueros están bastante mejor que mi camiseta”, me doy cuenta, “Deben valer lo que pagué por ellos…”
<Bien… Ya está. La zona está bloqueada, y todos los detectores están ciegos: aquí no está pasando nada, ni hay nadie. Explicadme qué ha pasado…>
Alzo la vista al oír a Oráculo de nuevo, y como veo que Elsa parece muy concentrada, empiezo a hablar yo.
Le cuento que nos persiguieron. Que eran… seis, o siete, o doce; no sé. Que me cogieron. Que me resistí, y que… surgió el fuego.
-         Y…- al no poder continuar, me doy cuenta. En ese momento- Después… no sé muy bien qué es lo que ha pasado…
Elsa alza la vista un momento, la sensación de cosquilleo extraña cesa.
<¿Qué quieres decir? ¿Qué recuerdas?>
-         Me… Cuando… volví en mí, yo estaba ardiendo, y algunos ya estaban…
No sé. No sé qué ha pasado. No sé qué es lo que he hecho, lo que he hecho con el fuego. Crece mi confusión, al mismo tiempo que mi azoramiento. Parte de mí se avergüenza de que Elsa me esté mirando atónita. Parte de mí empieza a asustarse.
<Está bien, es normal. Acabas de descubrir tus poderes. No puedes controlarlos perfectamente, nadie podría...>
Recuerdo metal chillando, hundiéndose blando como la arcilla, yo rugiendo… Nosotros rugiendo. Recuerdo agarrar una cabeza y tirar de ella… arrancarla. Mis ojos se abren de sorpresa. 
-         Joder…- murmuro; atónita e incrédula al mismo tiempo.
<Has debido perder el control, pero no pasa nada. Nadie ha salido herido, ¿verdad?>
-         No. Estamos las dos bien. Gracias a ella, de hecho. Ha acabado con la mayoría…
Miro a Elsa confusa, que me sonríe. Asiento, pero no digo nada.
Por una parte, me intranquiliza bastante no tener claro cómo me he cargado a algunos de los robots, y recordar tan difusamente cómo acabé con los… tres últimos. Como en un sueño…
…pero al mismo tiempo recuerdo que fue un sueño absolutamente increíble. En el que ya no me persenguían, sino que cargaba. En el que ya no me hacían daño, sino que yo era la que hundía metal a puñetazos llameantes. No indefensa… invencible. Acabando con los que querían hacerme daño, los que se interponían en mi camino…
Recordarlo me provoca un escalofrío.Me gusta ese sueño. No sé si debería, pero… … me gusta.
<Kara, escúchame: no pasa nada, ¿de acuerdo? Has perdido el control. Bien. Eso nos pasa a todos alguna vez. Podrías haber hecho mucho daño a alguien, pero no lo has hecho más que a quien atentaba contra tu vida. Es normal, tu instinto de supervivencia te ha protegido. No ha pasado nada malo>
Asiento mientras habla. Sé que tiene razón, me he salvado. Nos he salvado. He acabado con quien venían a matarnos, joder. No he hecho nada malo. Yo no he venido a esta nave a cargarme a nadie, me han secuestrado. Y se han llevado su merecido… sonrío para mí. Mis reservas van desapareciendo. Aunque me sentiría mucho mejor si me explicaran de qué va todo esto, joder.
Miro a Elsa para pedirle que me explique qué está pasando, pero ella habla primero.
-         Me has salvado. ¡Gracias!
Me sonríe. Le sonrío de vuelta.
-         De nada… Y tú sujetaste a ese robot antes de que me pegara… Y me has curado. Gracias también.
Silencio incómodo. Es el momento.
-         Ahm… ¿Podríais explicarme de qué va todo esto? Los… robots, los poderes…
<Sí. Hasta ahora no estaba segura de que ambas tuviérais poderes, aunque lo sospechaba…>
  Me siento contra la pared, con la vista clavada en el techo, toda mi atención dedicada a la metálica voz de Oráculo.
<Las dos tuvisteis fiebre durante varios días a partir del tres de febrero, ¿verdad?>
-         Sí… ¿Cómo lo sabes?- pregunta Elsa, sentándose a mi lado.
<Veréis... Ese día fueron liberadas en La Tierrra centenares de nanomáquinas, llamadas exobytes. Al parecer estas máquinas tenían como objetivo individuos de nuestra especie, y es obvio que alguna llegó hasta vosotras.Tranquilas, no eran dañinas>, dice Oráculo de inmediato, tranquilizándome, <Estas máquinas no debían destruir sus objetivos sino… infectarlos. De un modo que no pondemos explicar, pues fue mediante una tecnología que no podemos entender, estas máquinas al parecer dieron poderes a quienes entraron en contacto con ellas>
  Recuerdo haberme encontrado mal un par de días. Ese par de días en que me atiborré a medicamentos contra la fiebre que me hacían dormir bastante. Ese par de días en que apenas encendí la tele ni salí de casa. Ese par de días después, me enteré de que estábamos sufriendo una invasión alienígena cuando encendí la radio mientras me tomaba un café por la mañana. Al principio había estado convencidísima de que se trataba de una broma, hasta que encendí la televisión y vi las imágenes. Suspiro al recordar aquellos momentos de angustia y confusión. 
-         ¿Qué tiene eso que ver con la fiebre?- pregunta Elsa.
<Aunque aún tenemos que asegurarnos, parece que otros individuos con poderes tuvieron episodios de fiebre. Creemos que el contacto con las nanomáquinas fuera interpretado por el sistema inmune humano como una amenaza…>
-         ¿Otros?- pregunto, atónita- ¿Otros individuos con poderes?
<No fuisteis las únicas infectadas por los exobytes>
-         ¿Hay más como nosotras?- dice Elsa, al parecer encantada ante la idea.
<Sí>
La sorpresa me golpea de pronto. Si fueron liberados por toda la Tierra…
“Centenares de exobytes… Si cada uno hubiera infectado un humano…”
-         ¿Cuántos?- pregunto yo.
  La voz de Oráculo se vuelve algo sombría.
<Es… complicado de concretar. Algunos han recurrido a nosotros, de otros sólo tenemos informes... y no todos esos informes son muy fiables, desde que ha empezado a aparecer gente con poderes, parece que todo el mundo los ve por todas partes. Además, después Brainiac empezó a cazaros>
-         ¿Cazarnos?- inquiere Elsa.
<Sí. Brainiac se dedica a capturar formas de vida y transformarlas en datos… y parece tener un especial interés por los humanos que han adquirido poderes recientemente. Desde hace días ha empezado a buscarlos y recogerlos específicamente>
Bam. Todo. Todo tiene sentido ahora.
-         Por eso estamos aquí- digo mirando a Elsa, comprendiendo con asombro- Por eso fuimos capturadas, y estábamos en esas cápsulas… Nos iban a transformar en datos. Por eso Oráculo nos sacó- alzo la vista hacia el techo- Por eso no te sorprendió oír que ambas teníamos poderes.
<Eso es. En ocasiones se cuela algún humano común, y no quería alarmaros sin motivo… Pero ocurre pocas veces>
Elsa y yo nos miramos un momento, en silencio. Parece que ella no conocía esta parte, porque su expresión es bastante parecida a la que debo tener yo.
Nos quedamos en silencio, asimilándolo todo. Miro mis manos y, tras dudar un instante, deseo que el fuego regrese a ellas: lo hace. Me quedo mirándolo, confusa y cautivada de nuevo, intentando comprender que procede de unas nanomáquinas que me han infectado y que al mismo tiempo me han hecho blanco de los invasores de nuestro planeta. Es todo tan complicado que me cuesta creerlo.
<Dedicme, ¿cuáles son vuestros poderes?>
-         Parece que puedo controlar el crecimiento de las plantas...- dice Elsa- Y curar pequeños cortes. También puedo volar.
-         ¿En serio?- le pregunto atónita.
-         Sí… Aunque no se me da muy bien. Lo he intentado en algún momento, pero no tengo muy claro cómo hacerlo…
-         Vaya. Cuántas cosas- observo mirándola, realmente sorprendida.
<Entiendo... ¿Y tú, Kara?>
-         Yo... fuego. Diría que fuego. No tengo ni idea de si hay algo más...
<¿Fuego? Oh, oh; tiene que ser eso. Un momento... sí. Estas lecturas son iguales que... Da igual. Por eso os han detectado. He inactivado los sensores de movimiento y calor de la nave, pero no puedo acceder a los de los soldados. Calculé a cuánta distancia no detectarían vuestro calor corporal... pero mis lecturas muestran que tu temperatura interna, Kara, es batante superior a la normal. Por tanto se te detecta desde más distancia que a Elsa. Digamos que ahora mismo, eres como un faro en la oscuridad. Esconderos va a ser más difícil de lo que creía... tendremos que poner más distancia entre vosotras y las patrullas. Esperad, voy a recalcular la ruta...>
  ¿Mi temperatura corporal es mayor? No noto nada. Me toco la frente. Tampoco noto nada. Tsk. Maldita sea… Así que es por mí por lo que nos han atacado. A mí, y a Elsa. La miro, sintiéndome algo culpable.
-         Si quieres, podemos separarnos…
-         ¿Bromeas? No. Has acabado con un montón de robots, me has salvado. Además…- parece dudar un momento antes de mirarme a los ojos con fuerza- Hemos empezado esto juntas. Vamos a salir juntas de aquí.
  Me conmueven sus palabras. No me conoce de nada, pero no me quiere dejar atrás.
-         Gracias.
Ella asiente, sonriendo. Tiene un brillo en la mirada que antes no tenía. Fe. Al menos, eso parece. Su determinación me sorprende, aunque es verdad que ahora que sabemos que ambas podemos defendernos, parece más plausible que salgamos de aquí. No sé cómo puede estar tan convencida, sobre todo con lo asustada que estaba antes; pero me alegro y le sonrío. Ella me mira curiosa un instante.
-         ¿De verdad no habías notado nada hasta ahora?- pregunta.
La pregunta me desconcierta y me arrebata la sonrisa, antes de hacerme mirar al suelo. Mis poderes, antes de hoy… Suspiro.
-         En realidad… sí- murmuro- Pero creía que no había sido real. No podía ser real…
  Elsa me mira confusa.
-         ¿Qué quieres decir?
Suspiro. A medida que hablo, mi volumen va disminuyendo.
-         Hace... no sé, unos días. Tres o cuatro. Fui asaltada en la calle por una especie de banda. Intenté huir, pero me cercaron. Querían dinero o comida, yo no llevaba nada encima, pero no me creyeron. Eran seis, uno de ellos llevaba una barra de hierro, y pensé que...
  Titubeo. Parte de mí se siente incómoda contántole esto a una desconocida. Parte de mí siente que, entre los robots vencidos y nuestro nexo con los poderes… Elsa no es tan desconocida.
-         Pensé que iban a matarme. De verdad. Que me iban a matar y luego me iban a registrar, y punto- susurro con la mirada perdida.
-         Qué horror…- murmura Elsa.
-         Pero no me iba a rendir así como así, así que intenté pelear contra ellos- continúo- Y en mitad de la pelea, de pronto apareció fuego. No recuerdo muy bien qué pasó, sólo sé que yo lo vi y que ellos gritaron “fuego”. Creo que fliparon y se marcharon corriendo.
  Y pensar que ya entonces tenía poderes. Y pensar que el fuego me salvó. Y pensar que podría haberles quemado el trasero a los siete, pienso. Alzo la mano frente a mí y ante mi deseo llamas acuden a ella, que me quedo mirando.
-         Yo no sabía nada ni de los exobytes ni… de nada. Así que no creía que pudiera ser real que… de pronto saliera fuego de la nada. No podía entenderlo. Me fui a casa, cerré con llave, y decidí olvidarlo. Había demasiados problemas a cada momento como para pararme a pensar en ello. Creía que no podía ser real, y  que había tenido que ser una alucinación, por el estrés de la invasión o algo así… Que me estaba volviendo loca. No era descabellado pensarlo, viendo las circunstancias.
-         Qué horror, Kara. ¿Y la policía? ¿Cómo no fuiste a la policía?
La miro sin comprender qué demonios esperaría de la policía, pero está genuinamente sorprendida.
-         ¿De dónde eres?
-         ¿Yo? De Star City.
-         Ah. Pues no sé cómo será allí la policía; pero en mi ciudad, y en mi barrio, no se la suele ver por allí. Y si se la ve, no puede hacer mucho. Normalmente no pueden con las bandas callejeras. Imagínate con una invasión alienígena.
  Elsa me mira como si no pudiera entender que la policía no controlase las calles. Je… Yo pensaba igual que ella antes de mudarme a las afueras. Casi me parece cruel romperle los esquemas.
-         Pero…- empieza a replicar.
<Ya está. Deberíais seguir moviéndoos. La nave sabe que estáis libres; aunque he vuelto a inactivar los sensores, mandarán patrullas a la última localización en la que se os detectó. Ésta>
-         Pues vámonos ya- digo levantándome, y sonrío a mi compañera- Ya tendremos tiempo de charlar cuando salgamos de aquí.
-         Sí- asiente Elsa levantándose también.
Me miro las manos, las costras que quedan después de las curas de Elsa. Me doy cuenta de que el fuego ha desaparecido cuando le he dejado de prestar atención. Qué conveniente. No debería seguir pegándome contra el metal con las manos desnudas… Varias ideas me vienen a la cabeza: guantillas, protecciones de combate, pero no tengo nada de eso. Envolverlas en una tela… No aguantaría el fuego, no más que mi camiseta, ni tengo tela de sobra. Quizá no sea mala idea mantener la barra de metal.
-         Ahora vengo- le digo a Elsa.
Corro hasta donde he dejado a los robots chamuscados, los que me cercaron, lso primeros con los que luché. Miro un instante el desastre montado: todos por el suelo, sus caras y pechos quemados y abollados, la cabeza tirada en el suelo… pero esta vez no me amilana. Vinieron a por mí, y me defendí. Y seguiré haciéndolo si vuelven a venir. Que vengan, pienso sonriendo para mí.
Retrocedo aún más, llegando hasta el robot solitario tirado en el suelo que me agarró por el pelo. Voy a cortarme el pelo en cuanto salga de aquí, decido; no quiero una debilidad tan sencilla de aprovechar. Agarro la barra que aún sigue incrustada en su cabeza, y la arranco con un gruñido.
Claro que, en cuanto regreso hasta Elsa; me doy cuenta de que la barra no me va a servir de mucho. Tras un instante de titubeo, se la ofrezco.
-         ¿La quieres?
-         ¿Yo? ¿Seguro?
-         Iba a quedármela, pero con el fuego creo que acabaré derritiéndola. Pero puede que nos venga bien un arma. No sé, imagínate que hay más… cápsulas de contención, o algo.
-         Sí… Controlar las plantas es complicado. Puede serme útil. Gracias- dice cogiéndola. 
La voz de Oráculo nos indica que avancemos por el pasillo. Acabamos llegando a una compuerta que se abre ante nosotras. Seguimos avanzando.
Elsa me sonríe, y yo le devuelvo el gesto. Estoy tranquila. La nave sigue tan metálica y oscura como antes, y seguimos sin tener más ayuda que una voz que nos habla desde los techos. Sin embargo, ya no parece tan amenazante. Podemos defendernos si vienen a por nosotras. Podemos derrotarlos, otra vez. Claro que sí.
¿Tranquila? Estoy deseando que vengan más de esos bichos. Demostrarles de lo que soy capaz a los que se interpongan en mi camino, pienso sonriendo para mí.
<Pronto llegaréis a una zona de recogida. Intentaré sacaros por allí>

5 comentarios:

  1. Ya te lo dije, pero me encanta como has enfocado la reacción de Kara ante el descubrimiento de sus poderes y a la curación de sus heridas ;) Me parece que ese detalle es bastante original.
    Se va viendo ahí que puede tener unas tentaciones importantes del lado oscuro xD (come to the dark side we have flames... a mi me llamaría la atención xD)

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  2. Gracias, Fire ^^ ¡Tus consejos y comentarios siempre me alegran el día! Admito que a mí me pasaría lo mismo :) ¡Sobre todo si esos poderes me acaban de salvar la vida! Así, es más fácil enfocarlos mejor, jeje.

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  3. Que guaaaayyy!!! Hay una cosa que me choca... Elsa no estaba asustada y con confianza 0? De pronto se vuelve toda guay ^^
    Decias tu que este era mas soso, a mi me ha parecido sublime, llamame loco ^^ Joe me has dejado con ganas de verlas patenando mas traseros!! xD Y sobre todo de ver los poderes de Elsa a lo bestia, estrujando robots entre sus ramas, creando muros de espinas y demas! ^^

    Don't stop!!

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    1. No recuerdo si llegué a responderte en algún momento, así que te lo pongo por si acaso ^^ La razón del cambio de actitud de Elsa es lo que Kara le dice en la Nota anterior, en la 102. Elsa está muy asustada y Kara la tranquiliza, en un momento en el que Elsa cree que ella tiene poderes pero Kara no. Le pregunta algo así como que "cómo puede estar tan tranquila" y cuando Kara le responde con calma, ella misma se da cuenta de que tiene razón... Y se siente idiota, porque ella es la que tiene poderes, piensa. Le dice algo así como que debería ser ella quien debiera estar más tranquila: piensa que Kara, sin recursos; está más tranquila que ella misma, con sus poderes de tierra. Y decide cambiar el chip. Kara en ese momento no tiene ni idea de qué le está hablando, pero tampoco le pregunta porque lo que quiere es que se quede en silencio para que no las pillen.
      ¿Me he explicado?

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  4. Como te dije, me encanta como desarrollas los pensamientos y emociones de Kara con su poder ahí coincido con Fire Rising, es algo totalmente caótico. Mola. Lo único que te digo es que me cuesta leerlo un poco, pero será que estoy de desacostumbrado a leer. A veces me recuerda a un guión como describes en primera persona las cosas y situaciones( no lo del fuego), pero igual lo estás escribiendo con esa intención :P
    Sigue adelante!

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