Frases Aleatorias

Despertar (102)

Continuación del capítulo uno, despertar. Por fin empezamos a ver de qué va a ir este fanfic :) 

  Estoy super contenta con el resultado de este capítulo. Creo que es lo segundo más legendario que he escrito nunca, y es todo gracias a la música. Se me ha ocurrido escribir con música puesta de fondo, en plan banda sonora... Es un mundo totalmente distinto. Siendo un fanfic de superhéroes, la banda sonora de Batman Arkham Asylum parecía idónea, pero no podía imaginar cuánto. 

  Así que este capítulo tiene que ir dedicado a Batman ^^
  Por si a alguien le interesa; lo he escrito (y releído, y casi me da un ataque al corazón) fundamentalmente en base a dos canciones: las partes de persecución y lucha, con "Batman Arkham City Soundtrack (track #5)- The Court is Now in Session"; y el resto, con "Batman Arkham City Soundtrack (track #4)- Have you Got My Location". 



Acceso: ShadowFire. Nota 102.

  Clang. Clang. Clang. Nuestros pasos resuenan en el suelo de rejilla metálica y hacen eco a lo largo del oscuro pasillo. El ruido me intranquiliza y me hace sentir que en cualquier momento nos van a descubrir, pero es imposible de evitar.  
Como la habitación anterior, el pasillo está formado por placas metálicas oscuras; pero esta vez están interrumpidas cada pocos metros por columnas de luz amarilla. Iluminan tan tenuemente, que entre una columna y otra queda siempre una zona sumida en la oscuridad, en la que parece poder esconderse cualquier cosa.
En las zonas iluminadas, a través de la rejilla que hace de suelo se ven ríos de cables superpuestos y bifurcantes, las entrañas de la nave. Aparte de nuestras pisadas, tan sólo se oye algún zumbido procedente de una zona del suelo, sonidos leves de los conductos que recorren las paredes. Pero lo que más resuena son los latidos de mi corazón en mis oídos, con un ritmo tres veces mayor al de mis pasos. ¿Cuán estúpido es pensar que alguien pueda oírlos más que yo? Pero internamente es así como lo siento.
Yo voy delante, palanca en mano. Mis ojos escudriñan las sombras, sin captar nada; y avanzo. Tras de mí, Elsa. Su respiración es más pesada que la mía, y siento deseos de darme la vuelta y taparle la boca; pero por lo menos ya no va agarrada a mi brazo. Trago saliva. ¿Cómo puede ser tan ruidoso simplemente tragar?
Noto algo raro tirando de mi tobillo y me paro, mirando hacia abajo. Una tenue luz amarilla lateral me revela un cable saliendo de él, cuyo otro extremo se ha enganchado en la rejilla. Me doy cuenta de que no me quité los cables de los tobillos antes de salir de la cápsula de contención, y de que los he arrancado de la pared en mi desesperada huida. Sin darme cuenta. El otro también lo voy arrastrando al caminar.
-         ¿Qué pasa?- dice Elsa, susurrando muy asustada.
-         Nada. Un momento- musito.
Me arrodillo y, tras un momento de duda, tiro levemente del cable para que salga de mi cuerpo. Sorprendentemente, sale con mucha facilidad. No siento dolor, aunque la sensación de la aguja saliendo de mi piel no es agradable. Me la quedo mirando un momento a la luz, atónita por lo fina que es. Después la dejo en el suelo y me saco el otro cable. Una gotita de sangre en cada uno de mis tobillos quedan como únicas pruebas de lo que ha ocurrido. Al mirar las piernas de Elsa, veo que ella debió entretenerse en quitarse sus cables mientras yo conseguía la palanca para sacarla, porque no tiene mi mismo problema.
-         ¿Estás bien?
-         Sí. Vamos.
Continuamos hacia delante. El mismo silencio y las mismas luces amarillas, nos siguen y continúan ante nosotras. Me cuesta creer que la nave esté vacía, que no nos vayamos a encontrar un ejército aquí dentro. Pero Oráculo ha dicho que los podría detectar si se acercaban, y que nos avisaría. He decidido creerla. Asumir nuestra derrota antes de tiempo no me va a ayudar a pelear mejor. Prefiero creer firmemente que vamos a salir de aquí. Que Oráculo va a guiarnos a través de la nave y va a sacarnos de ésta.
“Vamos a salir de aquí”, no paro de repetirme.
Mi cuerpo ya se ha desentumecido: puedo blandir mi palanca contra lo que se nos eche encima. Oráculo ha dicho que no hay robots soldado en la nave: sólo los de mantenimiento y defensa, y que no va a dejar que se nos acerquen los de defensa. Lo que nos deja a los de mantenimiento. Por un instante me visualizo dando una paliza skin a R2D2 con mi palanca… Yo creo que a ese, le puedo. Sonrío.
<Cuidado>
Se me hiela la sonrisa en la cara; Elsa inhala aire sorprendida. Por un momento, estoy convencida de que ya nos han capturado…
La voz de Oráculo, que en la habitación anterior nos llegaba desde el techo, ahora nos llega desde las paredes y a un volumen más bajo. Probablemente habrá accedido a altavoces o algo así para poder comunicarse con nosotras.
<Mis sensores detectan una patrulla, en el pasillo que cruza más adelante el vuestro. Esperad a que se alejen para continuar>
¿Patrulla? Mierda…
Elsa me mira nerviosa, como no sabiendo qué hacer. Me pego a la pared en una de las zonas oscuras, y ella me sigue y se pone a mi lado.
Inmovilidad. Silencio. Otra vez tengo el corazón golpeándome los oídos. Mantengo la vista clavada hacia delante, todavía no sale nada de entre las sombras. Noto que Elsa tiembla a mi lado, y le cojo la mano. Mi pecho es recorrido por una ola de fuerza.
¿Qué demonios me pasa? No es Beth... Pero es muy parecido. Tan parecido a cuando las dos nos apoyábamos contra la puerta del baño, llorando de miedo pero en silencio. Al fin y al cabo, estamos las dos perdidas en la oscuridad, y sé que hay cerca algo que pretende hacernos daño. Siento; por absurdo y estúpido que sea; siento que tengo que protegerla. Y eso aleja un poco mi propio miedo, y me facilita pensar.
“Por tanto, me conviene”
Hay que sobrevivir. Y si esto ayuda, adelante… Respiro hondo, y dejo pasar esa parte de mí que me ha dado frialdad en los momentos de mayor miedo.
“Tengo que protegerla. Tengo que continuar hacia delante. Vamos a continuar hacia delante, vamos a salir de ésta”
Le aprieto la mano, y ella se estrecha contra mí. La miro. Me mira confusa, como no entendiendo por qué le doy este apoyo. Lo hago más por mí que por ti, pequeña… Pero supongo que a ti también te sirve, ¿verdad? Le sonrío; esa sonrisa tan mía, tan falsa, tan segura de que todo va a salir bien cuando en realidad me encantaría irme a llorar a una esquina. Me sonríe de vuelta.
<Vale…>, oímos, <Podéis seguir. En la siguiente bifurcación, id a la izquierda. Os sigo vigilando>
“Gracias”, pienso, sin estar segura de que sea buena idea decirlo en voz alta.
Continuamos avanzando. Haber entrado en modo supervivencia funciona. Mi mente ya no está tan asustada por el ruido de los latidos de mi corazón, y en su lugar recuerda las clases de kick boxing. Calentar muñecas… Si voy a atacar a otros oponentes con la barra, debería calentar. Cojo la barra con la mano izquierda, y empiezo a hacer dar vueltas el puño derecho sobre sí mismo. A un lado. Al otro.
“Vamos a salir de aquí”, pienso sonriendo para mí misma.
-         Oye…
Me detengo y me doy la vuelta. Elsa me mira confusa. A ella se también se le ha secado la ropa por fin, y estoy segura de que se siente tan pegajosa como yo. No dice nada. Tiene el rostro en penumbra, así que no veo la expresión de su rostro. 
-         ¿Qué?
-         ¿Cómo… puedes estar tan tranquila?
Por su forma de preguntarlo, lleva un rato pensándolo, y no consigue encontrar una respuesta con sentido.
También es lógico. Nos han abducido unos extraterrestres, somos dos jovencitas escuálidas y vengo yo aquí rompiendo tubos a puñetazos y actuando cual heroína. Pero no sé hacerlo de otra manera. Si no pienso que tengo una razón importante para continuar; como Beth, o tomando prestada a Elsa como ahora; me bloqueo. Si me bloqueo, nos matan… no me parece una opción. Si pienso en esa razón poderosa, avanzo, y punto. Y creo que si voy por ahí, saldremos de ésta. Para mí es simple.
-         Creo que vamos a salir de aquí- le digo, sin mentir en ningún momento; aunque sea en gran parte sugestión.
  Me mira. Por un momento, creo que cree que estoy loca. Puede ser. 
-         ¿Cómo puedes estar tan segura? 
-         No estoy segura. Pero lo voy a intentar. Lo voy a conseguir, o morir en el intento. ¿Qué otra cosa puedo hacer?
No creo que lo entienda. Tampoco me estoy explicando muy bien.
Pero avanza un paso, y su rostro es levemente iluminado. Mira al suelo, y por cómo frunce el ceño con sorpresa, parece estarlo comprendiendo. Vaya, qué bien.
-         Tienes razón… Hay que intentarlo. Hay que intentarlo en serio.
-         Claro.
  De pronto parece triste, y sigue andando. Me pongo a su altura. Creo que vamos a continuar en silencio, pero vuelve a hablar.
-         Lo siento- murmura, no sé si para mí o para ella- Yo debería estar ayudándote a ti. Maldita sea…
  No tengo muy claro de qué habla. Ella no tiene ningún arma, y aunque no sepa nada de ella, algo me dice que no ha recibido ningún entrenamiento de lucha… Pero no me gusta la idea de ir de paseo y charlando en territorio enemigo, así que no me voy a poner a preguntarle de qué habla. ¿Cómo la callo?
-         Hum… Tranquila. Al menos te has dado cuenta ahora. Sigamos… en silencio, por si acaso… y saldremos de aquí.
-         Sí. Sí, perdona…
  Por fin guarda silencio. No he entendido demasiado bien qué tipo de revelación divina acaba de tener, pero ahora está callada y camina más resuelta. Pues mejor.
El pasillo termina contra otro que lo cruza en perpendicular. La bifurcación de la que nos habló Oráculo… Hago un gesto a Elsa para que se detenga, me pego a la pared junto al borde del pasillo, y con la palanca fuertemente apretada en las manos me asomo rápidamente a un lado y a otro. Después, más despacio. No hay nada. Hago un gesto con la cabeza hacia la izquierda, y Elsa asiente con decisión y me sigue. 
Este pasillo está más iluminado, pues hay un tubo de luz amarilla que recorre su techo. Al final, parece que gira a la derecha. Seguimos hacia delante, hacia delante…
Ping-ping-ping.
Me quedo clavada en el sitio, mientras Elsa se da la vuelta alarmada. ¿Qué ha sido eso? Ha resonado pasillo abajo. Juraría que ha sido como una campanita, como el típico sonido que hace el ordenador cuando te ha llegado un correo electrónico o algo así; pero ha sido tan breve que no podría estar segura. Me giro hacia Elsa, que me mira intranquila.
Entonces oímos a Oráculo, y sé que estamos perdidas.
<¿Pero qué...? ¡No, no puede…!>
“Mierda”
Agarro la barra, miro a Elsa, miro pasillo abajo.
Clang.
Algo metálico contra el suelo metálico… Se me hiela la sangre en las venas, se me olvida la fría calma.
Clang-clang-clang-clang-clang...
<¡¡¡Corred, corred!!!>
Elsa grita, no sé si yo también. La agarro de la ropa y doy un fuerte tirón pasillo adelante antes de echar a correr.  


Corremos.
Giramos a la derecha, seguimos corriendo.
Corro. El pasillo vuela a mi alrededor.
¡Clang-clang-clang-clang!
¡Se acercan!
El miedo espolea mis piernas.
Giramos a la izquierda.
No sé de qué huyo.
Sé que corro por mi vida.
<Pero, ¿por qué? ¡¡No debería…!>, oigo a Oráculo consternada.
-         ¡¿Qué pasa?!- pregunta Elsa histérica.
<¡No deberían haberos detectado…! Aj, ¡¡a la derecha, id a la derecha!!>
  ¡C-C-CLANG, CLANG, C-CLANG, CLANG !
Al girar a la derecha de nuevo, miro atrás un instante.
Les veo.
-         Alerta. Fuga de prisioneros en sector 2- emiten al vernos.
Tamaño humano, forma humana, ojos verdes brillando como bombillas. Muchos.
-         Alerta. Fuga de prisioneros en...
-         ¿Nos han encontrado? ¡¿Ya?!- exclamó Elsa, aterrada y consternada.
-         ... prisioneros en sector...
<¡¡Seguid corriendo!! ¡¡A la izquierda, a…!! Jjj... Jjjjjjjjjjj...>
-         ¿Oráculo?- preguntó Elsa al aire- ¡¡Oráculo!!
Y ya no volvemos a oír a Oráculo.
Vuelvo a mirar atrás.
¡Demasiado cerca!
-         ¡¡¡CORRE!!!- grito a Elsa.
Intento correr más deprisa… ¡No puedo…!
-         ¡¡Ahhh!!
Un súbito tirón de pelo me hace gritar y detenerme.
-         ¡¡Kara!!- oigo gritar a Elsa.
Rujo, lanzo un golpe hacia atrás a ciegas.
Acierto: golpeo algo, oigo cristal rompiéndose y siento el pelo libre de nuevo.
Miro una décima de segundo, veo trastabillar a un robot con un ojo roto en mil esquirlas y apagado.
Corro.
¡Está muy cerca!
Cojo la barra con las dos manos, me giro y golpeo con un grito. Abollo algo.
Corro.
Me agarra del brazo, me para. Golpeo gritando, otro ojo se rompe.
¡¡No me suelta!!
Rujo salvajemente mientras descargo uno, dos, tres golpes sobre su cabeza.
La barra se hinca en su cabeza hasta quedar entre los ojos, saltan chispas; alarmada suelto la barra y me cubro. Con un “chiiuuun....”, se le doblan las rodillas y se desploma. Se lleva la barra incrustada.
Cuando me giro para huir, estoy rodeada.
Siete brazos se abalanzan hacia mí. Intento escabullirme, me agacho; pero no hay salida. Uno consigue agarrarme del pelo y me levanta de un tirón; antes de estar totalmente de pie le tiro un puñetazo.
A él le da igual. A mí, no.
¡¡Au!! Joder… ¡Afianza los pies! Asiento base, agarro un puño con la otra mano y lo lanzo lateralmente contra la “cara” de la máquina. Le da igual. Los puños me duelen como nunca en mi vida, creo que estoy sangrando.
De pronto uno que hay a mi espalda me apresa, uniéndome los brazos al cuerpo; noto su pecho metálico a mi espalda. Me retuerzo, intento golpearle con las piernas. Le da igual, yo me hago daño. Oigo a Elsa chillar.
-         ¡¡¡Elsaaa!!!- rujo.
-         ¡¡¡Kara…!!!
Intento soltarme, ¡no puedo! ¡¡Mierda!! Otros robots me agarran de la ropa, del cuello, de las piernas… No puedo moverme. Uno me agarra por la frente. Algo debe activarse en la palma de su mano, porque empiezo a notar en mitad de la frente un cosquilleo eléctrico.
-         Inicio: protocolo de detención...
Siento una serpiente eléctrica penetrar mi cabeza, abrirse paso a furiosos coletazos.
-         No, ¡no! ¡¡Aaaaaaahhhh!!- grito de dolor.
Me duelen los ojos, ¡me van a estallar! ¡¡La noto moverse por dentro de mi cabeza!! ¡Hace calor, y duele…!
-         ¡¡Yiaaaaaaaaarghhh!!
-         ¡¡¡Karaa!!!
¡Tanto dolor…! El gusano se retuerce por el interior de mi mente, invadiéndolo todo. El dolor me puede. No puedo pensar. Tan sólo pienso…
“Se acabó…”
  Me van a subyugar… Ya lo han hecho. He perdido.
  Se acabó…
  Se acabó.
  …no…
  Yo quería…
  No...
  No.
  No, no, ¡no! ¡¡Esto no puede acabar aquí!!
  Gimo, grito, me agito, muevo la cabeza de un lado a otro salvajemente intentando romper el contacto. Ahora sí que es cierto que nunca había sentido tantos deseos de vivir.
Fuerzo los brazos al máximo, intentando zafarme de la presa... Jadeo, noto oleadas de calor recorrerme el cuerpo. Los robots afianzan sus presas; me duelen sus dedos hincados en mis piernas, ¡el que me sujeta el cuello me ahoga!, ¡¡el que me agarra desde atrás va a partirme la espalda…!!
“¡¡¡NO!!!”
Surge calor de mi pecho y se extiende por todo mi cuerpo. Tan inmenso, tan poderoso que no puedo evitar rugir cuando alcanza mi garganta y mi rostro.
Luz, ¡tan intensa!, todo a mi alrededor comienza refulgir con fuerza. Un sonido crepitante se une a mi rugir, y aumenta de volumen hasta casi taparlo; pero sé que ruge conmigo…
No sé si me han soltado. No sé si me han matado.
Sólo están el calor, la luz, y nuestro rugido cortando el aire.


De pronto me caigo contra el suelo. Estoy jadeando. Ya no siento dolor… No sé dónde estoy, ni qué ha pasado. Sólo está el calor… Calor, fuera de mí, dentro de mí, en mi cabeza, en mi estómago; no soy capaz de entenderlo, ni soy capaz de ignorarlo.
Siento ese calor, ese fuego, formando parte de mí; tan tangible como mi corazón latiendo, como mi respiración jadeante, como el suelo que tengo debajo. Está ahí. Ahí…
Apoyo las manos en el suelo, abro los ojos.
Veo mi reflejo en una placa metálica de la pared.
Ardo en llamas.


Doy un grito; asustada, sorprendida.
Se apaga.
Me quedo jadeando, el corazón latiéndome a mil por hora, sentada en el suelo, mirando mi borroso reflejo en el metal. Mi reflejo está normal. No me atrevo a moverme.
“¿Qué cojones…?”
Mi reflejo está normal. Pero yo lo he visto. Otra vez. Sé que lo he visto. ¿Por qué? Pero… lo he visto.
“Fuego”
Otra vez…
No puedo negarlo. Lo sé, sé lo que he visto. Y sé que no puede ser real. Otra vez…
Respiro hondo, trago saliva. Bueno, no es culpa mía. No puede ser culpa mía. Es culpa de la invasión. Yo estaba muy bien antes de la invasión, me digo. Asiento para mí misma; yo antes estaba muy bien. No veía cosas que no debería ver. Pero ahora me estoy volviendo loca. Lo sé. La primera vez que lo vi, pensé que había sido… miedo, nervios, o… Pero he vuelto a ver fuego. Y no puede ser real, porque yo no me he quemado, así…
Se me hiela la sangre en las venas al mirarme: mi camiseta está quemada.
Toda la parte delantera está hecha jirones chamuscados, hasta el ombligo. También tengo los vaqueros algo chamuscados. Y el suelo en el que estoy sentada, está ennegrecido…
“Vale. Esto es demasiado…”
El suelo está ennegrecido, y a mi lado hay un robot destrozado. Justo a mi lado, pero tirado en el suelo. Me lo quedo mirando. Tiene la cara desfigurada, el metal ha chorreado líquido hasta el suelo en algunas zonas. Tiene una parte de la cabeza rota, y puedo ver los cables del interior quemados, fusionados entre sí al derretirse.
Alzo la vista para ver a tres robots más a mi alrededor, tirados en el suelo. Es de lo más obvio: alguien los ha roto a ostias. A ostias que los han derretido.
“He… ¿sido yo…?”
Me levanto, aún paralizada por la escena. Siento que mi mundo se tambalea mientras me planteo una idea mucho más loca que el considerar que tengo alucinaciones relacionadas con el fuego… que sea real. Real.
-         ¡¡Agh!!
Un golpe contra mi cara, trastabillo y choco contra la pared. Siento sangre en la boca. ¿Qué…? Cuando alzo al cabeza veo que quedaban máquinas a mi espalda. Son tres.
-         Reinicio: protocolo de detención…
Se abalanzan sobre mí, y yo lanzo un puñetazo contra el primero con un grito.
El fuego renace en mi puño cerrado antes de impactar, y atónita lo veo brillar furiosamente al tiempo que el golpe impacta contra lo que hubiera sido su estómago de ser humana esta criatura. Cuando se inicia el contacto, está duro como el acero; pero un instante después lo noto ablandarse como el barro. Al recoger el puño, hilos de metal derretido se estiran desde él hacia mí, y veo abierta su caja torácica. Le golpeo con el otro puño; oigo el chisporroteo y los chillidos de los cables al retorcerse calcinados, huelo materiales desconocidos ser quemados. Le lanzo un último puñetazo a la cabeza, y se desploma.
Cuando me miro las manos, las veo envueltas en furiosas llamas que se agitan salvajemente.
“No puede ser”, piensa aún parte de mí.
Pero no sólo lo estoy viendo; lo siento. Llevo sintiéndolo ya un tiempo, pero… no me había dado cuenta…
“No puede ser… Es…”
¿Por qué me conmueve tanto la imagen del fuego en mis manos?
“… es magnífico…”
Los otros dos retroceden un momento, como calculando la situación. Los miro. Como si fuera eco de mis sentimientos, mi fuego ruge con hambre. Todo el miedo que he pasado, el dolor que me han hecho…
“Ahora veréis”
Avanzo; no, ¡corro hacia ellos! Uno me lanza un puñetazo que no llega a darme, aparto su mano de un manotazo; noto el metal deshacerse ante el contacto de mi piel. Abierta su guardia, lanzo ambos puños contra su cara gritando; mis nudillos se hunden en su cara, reconfigurándola.
Un movimiento me alerta de otro que me ataca. Alzo los brazos para parar el golpe y el fuego se extiende hasta los codos, recibo un golpe fuerte pero el miembro es pronto retirado, el metal chillando. Ciega de ira y rabia, de miedo y poder, descargo una avalancha de puñetazos sobre la cabeza de la criatura; que termina hecha un amasijo de cables medio derretidos que se desploma en el suelo.
Me quedó un instante jadeando. Hay otro detrás, y el de la cara nueva aún tiene ganas de bailar...
Cargo contra el nuevo; siento que mi piel despide en oleadas de calor toda la energía que me recorre el cuerpo. Las manos ya no me duelen. El crujir del metal ante ellas se vuelve la sensación más recompensante del universo. Jamás, jamás en mi vida me había sentido tan llenísima de energía, tan poderosa, tan rabiosa, ¡con tantas ganas de destruir...!
Me quedo sin robot. Me giro, el que tiene mis puños por cara ahora intenta acercárseme. Esquivo su acometida, quedando tras él; y en un arrance de furia primitiva le agarro la cabeza por detrás con las dos manos. Internamente deseo que fuera el que me inmovilizó por detrás, o el que me metió la serpiente eléctrica por la frente; cuando comienzo a rugir con furia. El fuego se aviva, ¡se aviva!; mientras mis manos se hunden en el metal que se derrite, al tiempo que tiran con fuerza.
La cabeza se suelta del cuello con un enorme chasquido y una lluvia de chispas. El cuerpo del robot queda desmadejado, mientras con un rugido lanzo la cabeza remoldeada contra una pared.
CLONG.
El ruido resuena en el pasillo, para después dar paso a lo único que queda: mis jadeos entrecortados, y el rugir de mis llamas. Busco más enemigos con la mirada, pero ya no quedan. Esta vez, ya no quedan. Parte de mí se siente decepcionada.
Y es eso justamente lo que me alerta.
Tengo más adrenalina corriendo por mis venas que en toda mi vida junta, pero intento calmarme. Intento decirme que algo no anda bien. Que hace un rato, yo sólo corría y tenía miedo, y que tenía que ser por una razón. Que antes no buscaba a estas cosas, sino que huía de ellas.
Me sobreviene un cansancio inmenso, y tras encogerme me siento en el suelo. Se me empieza a normalizar un poco la respiración. Miro mis manos, aún envueltas en fuego. No entiendo por qué, pero no puedo pensar otra cosa que “no he visto nada tan magnífico en toda mi vida…”.
De pronto me doy cuenta de algo. Miro al último robot con el que me he pegado… Le…
“¿Le acabo de arrancar la cabeza?”, me pregunto confusa. 
-         ¡¡No!!- oigo.
El corazón me da un vuelco. Miro en todas direcciones, me levanto.
-         ¡¡Elsa!!
-         ¡¡Karaaa!!
El sonido de su voz viene de un giro que hace el pasillo, al otro lado del cual no puede acceder mi vista. Echo a correr hacia allí; el rugido de las llamas en mis manos me espolea aún más.
Al girar la esquina, veo a dos robots intentando atacar a algo agazapado en una esquina. Corro hacia allí.
  Pero me detengo, sin comprender qué ven mis ojos.
Hay un robot en el suelo, al parecer estrujado por todas partes; aunque no consigo entender qué le ha ocurrido exactamente. Más allá, Elsa está hecha un ovillo, acorralada contra la pared por los dos robots. Sin embargo, los golpes de éstos no la alcanzan; pues en medio hay una enorme barrera de ramas…
“Ramas… ¿Ramas?”
Sí, ramas... Como las de un árbol, gruesas y entrelazadas, formando un escudo para ella. Los robots las golpean y las parten, pero allá donde una cae, crece otra que la sustituye. El enramado se mueve rápida y furiosamente, como los tentáculos de un pulpo, creándose a medida que es destruido. Dentro de la barrera, Elsa mantiene los brazos extendidos hacia las ramas y aprieta los dientes, haciendo un visible esfuerzo por mantener su protección.
  Reacciono. Con un grito de guerra, agarra a uno de los soldados metálicos por el brazo y lo aparto de mi compañera tirando de él. Apenas lo muevo, pero capto su atención lo suficiente como para que se gire hacia mí. Se encuentra con dos puños agarrados entre sí y envueltos en llamas, que lo golpean desde un lado, luego desde el otro, y luego desde abajo; se desploma.
El otro robot sigue intentando romper el escudo. Me acerco por detrás y le agarro la cabeza con una mano llameante. Empiezo a derretir el exoesqueleto metálico, pero antes de terminar el robot se gira y me propina un golpe en el estómago que me corta la respiración, y me hace encogerme y trastabillar.
Cuando alzo la vista para, supongo, ver cómo otro golpe se dirige hacia mí; en realidad veo que la criatura se debate contra una miríada de ramas que han reptado por el suelo desde la barrera y ascendido atrapando sus piernas y brazos, retorciéndose en torno a él e impidiéndole moverse. Estrujándolo. Oigo cómo el metal gime al ser aplastado por el poder de las ramas.
Me levanto y y rugiendo lo golpeo frenéticamente una, dos, tres, cuatro, cinco, ¡seis, siete veces!; hasta que tengo que detenerme a coger aliento. Aunque una parte furiosa dentro de mí misma quiere seguir golpeando, tan sólo tengo delante un amasijo de hierros entrelazados con ramas carbonizadas. Me obligo a calmarme, retrocediendo un par de pasos, jadeando desesperadamente.
  No quedan enemigos.
  Se acabó.
  Silencio. Semioscuridad. Otra vez. Y sólo nosotras dos.
  Tras unos instantes de inmovilidad, Elsa baja los brazos. Las ramas que envuelven al último robot dejan de revolverse, mientras la barrera de ramas que la protege se abre para dejarla salir. Anda lentamente hacia mí, mirándome sorprendida. Yo también observo consternada las ramas que aún reptan entre los restos del robot; que abandonan su cuerpo para retroceder hasta los pies de Elsa, donde se quedan hechos un manso ovillo como a la espera de órdenes.
  Nos quedamos mirando mutuamente, inmóviles, en silencio.

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4 comentarios:

  1. Esta Kara es todo amor y dulzura xD Prefiero quedarme con los robots psicópatas de Brainiac que encontrarme con ella en un callejón oscuro xD aunque bueno, lo iluminaría bien ella misma xD

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  2. Bueno aunque te lo he comentado, ESTA CHULISIMO! Sabes meter la atencion y la tension!
    Sabes que me sigue gustando mas Leyenda :P pero no puedo negar que este esta brutal!

    PD: Siempre he querido ver un poder como el de Elsa en acción :D

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  3. Hasta lo que he leido es increible Cris, lo que más me ha gustado ha sido la parte de tu relación de las emociones con el fuego, y lo de conmovedor y magnifico, es que es realmente así como yo lo veo también. Enhorabuena :) luego leo más!

    PD:Frase épica "Por un instante me visualizo dando una paliza skin a R2D2 con mi palanca… Yo creo que a ese, le puedo. Sonrío. " xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD JAJAJJAJAJAJAJJAJAJAJJAJA

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    1. Muchísimas gracias, Dani! ^^ Me alegra mucho oír eso. Partiendo de la base de que de pronto gente normal que podríamos ser tú o yo reciben poderes y se ven envueltos en este fregado, estoy procurando transmitir todas las emociones que pueda, intentando enseñar cómo sería vivirlo. El miedo frenético de la persecución, la confusión... Y a mi entender, hay una carga emocional importante en los propios poderes. Sobre todo, si no llevas toda tu vida con ellos. Kara lleva mucho tiempo sintiéndose muy frustrada, muy indefensa, muy incapaz de hacer nada... y de pronto aparece el fuego en sus manos. Tiene el poder. Es magnífico, es justo lo que necesita, y piensa usarlo :)

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